Un sueño cumplido, uno más que lo sigue atrás y enseguida otro para completar una noche redonda. Al menos en lo que de ilusiones respecta, para Mateo Barbalia el domingo fue un día perfecto. Poco importa que su Boca querido no le haya podido ganar a Argentinos en La Paternal: para él, fue una noche triunfal como pocas.
Esa imagen que pudo capturar Olé a la salida del DAM, sobre la calle Gavilán, cuando el chico de 11 años esperó a Miguel Merentiel para pedirle una foto final y ver si la Bestia cumplía su promesa de darle la camiseta fue tan solo la punta de un ovillo para que Daniel (su papá), cuente la historia que lo llevó hasta ese instante soñado.
«Mateo nació con menos de un kilo de peso, estuvo cuatro meses en neonatología y superó cinco operaciones en la cabeza. Y pese a todas sus dificultades (sufre un síndrome genético poco frecuente que -sobre todo- le dificulta la movilidad) está sano y es un chico recontra feliz y positivo. Y entre todos sus sueños, el más grande es que quiere ser jugador de fútbol», completa, antes de emocionarse por primera vez en la charla, las horas siguientes del domingo mágico.
Un detalle no menor de la historia es que un día Mateo llegó a su casa del colegio y le hizo a su papá una pregunta que caló hondo en el corazón de Daniel, hincha fanático de Independiente.
-Papá, ¿me puedo hacer de Boca?
«Dejá de joder, le dije. Y me retrucó: ‘¿vos querés que yo sea feliz?, dejame ser de Boca’. Y la verdad, me clavó un puñal en el corazón, pero yo por verlo feliz a él hago cualquier cosa, haría cualquier cosa», repite, otra vez quebrado hasta las lágrimas.
La anécdota no termina ahí, sino que tiene un remate que describe la voluntad de Mateo. «Le dije que me dejara procesarlo. Y se fue. A la hora, volvió y me pidió ir a comprarse su primera camiseta…».
Mateo posando junto al plantel de Boca. (Gentileza Daniel Barbalia)
Los sueños de Mateo
Sobre el sueño de ser futbolista, Mateo ya lo cumplió, y lo cumple regularmente, gracias a que existe la primera escuela en el país de fútbol con andadores, sita en el club Goat de Avellaneda. «Yo le digo que si el futbol lo hace feliz, no importa que sea en primera, vos ya sos jugador de futbol.»
Mateo en acción, jugando en la escuela de fútbol con andadores. (Gentileza Daniel Barbalia)
Mateo, en pleno sueño de conocer a Messi. (Gentileza Daniel Barbalia)
De sueños por cumplir, entre los millones que se le deben pasar por su mente, Mateo quisiera ver un partido en la Bombonera, conocer a Messi (hizo vigilia más de una vez en la puerta del Predio de AFA en el intento, y conserva una camiseta firmada por Exequiel Palacios, Rodrigo De Paul y Leandro Paredes), y seguramente muchos más.
Mateo con Miguel Ángel Russo. (Gentileza Daniel Barbalia)
Mateo con Frank Fabra. (Gentileza Daniel Barbalia)
Mateo con Lautaro Blanco. (Gentileza Daniel Barbalia)
Mateo con Tomás Belmonte. (Gentileza Daniel Barbalia)
Mateo se acercó a Merentiel y le dijo «Bestia, yo soy bostero. ¿Me regalás tu camiseta?» y la Bestia cumplió. (Gentileza Daniel Barbalia)
Una tarde soñada
Por lo pronto, el domingo que empezó con el ingreso junto a sus ídolos, tuvo de todo: «Merentiel lo invitó a sacarse la foto con el equipo, y ahí mismo le prometió la camiseta. Y cumplió, y además -esperando- nos llevamos fotos con varios jugadores y con Russo. Mateo está feliz. Y esa camiseta de Merentiel va a un cuadro, directo», cierra Daniel, ya acostumbrado a emocionarse cuando habla de su hijo.
De fondo se lo escucha a Mateo, contando que tiene la camiseta de Boca puesta, y que la va a llevar para cuando tenga que jugar al fútbol. Es que los sueños tienen eso, tiran para adelante. Y si están pintados de los colores que se llevan en el corazón, es más fácil que se hagan realidad.
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El queria entrar con Merentiel, lo puso con Merentiel. Le dijo: «Bestia, yo soy bostero. Cuando termina el partido me regalas la camiseta?