El entrenador de Comunicaciones habló de su pasado como futbolista en la Argentina, México y Venezuela. También se refirió a la carrera que construyó cuando colgó los botines y reveló el pedido especial que les hace a los dirigentes de los clubes que lo contratan.
Arnaldo «Cacho» Sialle es un DT histórico del Ascenso argentino
Arnaldo “Cacho” Sialle no pierde la pasión por el fútbol a pesar de los múltiples viajes y de haber recorrido el país de norte a sur por su trabajo. Esa pasión que encontró en los potreros del barrio Refinería de Rosario, donde logró cautivar a uno de los grandes maestros, Jorge Bernardo Griffa, no lo abandona.
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Cacho sedujo a los entrenadores rojinegros por su metro noventa y cuatro, talla ideal para proyectarlo como marcador central en el equipo de primera. “Era tremendo ser titular en Newell‘s porque como titulares jugaban Jorge Theiller y Jorge Pautasso. Y para colmo abajo venían pidiendo pista Fernando Gamboa y Mauricio Pochettino. Recuerdo que mis oportunidades aparecían cuando Roberto Sensini iba a la Selección o cuando se lesionaba alguno. Sabía que ellos eran mejores que yo pero nunca aflojé”.
El actual entrenador de Comunicaciones recibió a TN en un pequeño departamento que le alquiló el club en la avenida Chorroarín, corazón de Agronomía. “Siempre pido un departamento chico porque sino me la paso limpiando. Mato el tiempo mirando videos y armando el trabajo del día siguiente”.
Sialle en su paso por Newell’s tuvo a Marcelo Bielsa como entrenador: “Era un tipo joven que desarrollaba una capacidad única. Bielsa era introvertido en lo social. Cuando me casé vinieron Jorge Griffa y todos mis compañeros. Bielsa me mandó un lindo regalo y me escribió una carta. En esa época llegó a primera con muchos pibes a los que los conocía de la sexta división y nos sacaban mucha ventaja a nosotros. Esos pibes hacían trabajos tácticos que nosotros no podíamos. Salvo los talentosos Gerardo Martino y Juan José Rossi. Para mí Darío Franco fue el mejor volante central que vi en mi vida”.
A sus 58 años y tras dirigir en Puerto Madryn, Sunchales, Misiones, Mendoza. Tucuman, Cipolletti, Santiago del Estero, Jujuy, Salta y Bahía Blanca, este gigante de 120 kilos no puede parar de pensar en su familia que vive en la tenebrosa Rosario. “Estoy muy preocupado por mi mujer y mis hijos. Nosotros nos terminamos acostumbrando a que Rosario sea una ciudad violenta. Pero esta situación es muy fea de verdad porque ya se está matando a cualquiera. Les digo que no salgan pero ellos tienen sus obligaciones. Mis hijos chicos van al colegio y los grandes a la facultad. No soy optimista con lo que están haciendo porque me parece muy poco. Están abordando el tema con poca intensidad y te lo demuestra que solo sacaron a la calle a 400 tipos. A la política nunca le importó lo que pasa en Rosario. En este país no hay valores y dentro de los bajos niveles de inmoralidad hay tipos que son más audaces que otros. Lamentablemente no tengo espalda para mover a toda mi familia de Rosario”.
¿Cómo soportas vivir en lugares diferentes por tu trabajo?
Tengo claro que no es lo ideal, pero la pasión por este trabajo y la necesidad de mantener a cinco hijos no me da tiempo para pensarlo demasiado. Me encantaría estar en Rosario donde se encuentra mi gente, pero tengo que laburar y soy un agradecido por eso.
¿Cómo te llevas con la soledad?
A veces lo sufrís y básicamente cuando llega la noche. El peor momento es cuando estás solo y te toca perder un partido. Es ahí cuando necesitas de los tuyos.
¿El fútbol argentino cambia según la región?
La pasión es la misma en todo el país. La diferencia está en que los márgenes de violencia son claramente diferentes según las regiones del país. Para mí Capital Federal, Gran Buenos Aires y Rosario son lugares donde tenemos que estar los trabajadores del fútbol más atentos. La similitud en los lugares donde estuve es que me estudian para saber si voy a trabajar o si voy para pasarla bien.
¿Y los jugadores?
El jugador del norte es extremadamente técnico pero poco disciplinado con su trabajo. El jugador patagónico es un todoterreno porque creció en la adversidad climática. Pero para mí los mejores son los de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. Esos son los que terminan llegando al fútbol europeo.
¿Aprendiste de tus técnicos?
Tuve la bendición de tener como formador a Jorge Griffa que me inculcó valores y disciplina. Ese fue un grande de verdad. Para mí Griffa merecía mucho más que tener el nombre de un centro deportivo. No te olvides que Newell ‘s vendió jugadores por muchos millones de dólares. Pero para mí, a nivel nacional, Jorge “Indio” Solari fue el mejor de todos porque su metodología cambió este deporte. Antes se corría de lunes a jueves, después hacías fútbol y el domingo jugabas. Rosario tuvo la fortuna de tener a Solari en Newells y a Carlos Griguol en Central. También tuve a José Yúdica que era diferente a Solari, pero tenía un ojo clínico para leer los partidos. Era tan frontal que en este fútbol no hubiera dirigido.
¿Martino era un divo en Newell‘s?
Jugué con él cerca de cuatro años y era un mago con una pelota de fútbol. Él veía cosas dentro del juego que lo hacían diferente. Martino era brillante en todo sentido y dentro del fútbol no era la excepción. Además se manejaba con mucha honestidad. Es uno de mis orgullos haber sido compañero de él.
¿Pensabas que Batistuta iba a llegar tan lejos?
Fue un caso atípico en el fútbol. Con Batistuta pasó lo siguiente, como hizo pocas inferiores no tuvo posibilidades de desarrollarse técnicamente. Cuando llegó a primera nos encontramos con un chico muy potente a lo que le empezó a sumar otras virtudes. Batistuta tenía el talento y lo tenía que desarrollar.
¿Te fuiste a México con un sabor amargo?
En esa época nos fuimos varios porque estaba cantado que iban a jugar Fernando Gamboa y Mauricio Pochettino. Bielsa me quería sostener pero dentro de su equipo era el plan B. Fui a jugar a Irapuato de México y la terminé pasando muy bien porque todo era muy distendido comparado con nuestro fútbol. Después me fui al Caracas de Venezuela que en ese momento tenía un propietario alemán y la institución era un ejemplo.
¿El jugador del Ascenso está en una situación complicada?
Es el día y la noche si lo comparás con la primera. En la primera nacional pueden tener cierta tranquilidad, pero si empezás a bajar se complica. Es por eso que la mayoría de los jugadores tienen otro trabajo. Ahora en Comunicaciones tengo varios chicos que le suman al fútbol otro trabajo. Pero el problema lo van a tener después, porque a los 25 años la manejas tranquilo pero cuando llegan a los 40 y con una familia desarrollada empieza las crisis porque en el Ascenso no podés ahorrar nada. Es difícil poder convencerlos para que se capaciten.