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Stephanie Demner: el día que dejó de tomar agua para no engordar y por qué odió su panza durante el embarazo

Una de las influencers más conocidas de la Argentina revela los dramas que atravesó con su cuerpo por las exigencias de los castings y la ayuda de su mamá al llevarla a un profesional. El miedo durante el embarazo, el aprendizaje después de relaciones fallidas y cómo construyó su imperio en las redes sociales.

Yanina Sibona

06 de septiembre 2023, 05:39hs

Video PlaceholderEn cuarto grado a Stephanie Demner le preguntaron en la escuela qué quería ser cuando fuera grande y ella respondió que su sueño era ser una modelo exitosa. En ese momento, para ella el éxito significaba tener mansiones en París o en Nueva York. A partir de allí, la influencer atravesó todo tipo de situaciones hasta convertirse en su propia empresa.

“El modelaje fue mi primera pasión”, asegura en diálogo con TN. También resalta que ahora puede disfrutarlo desde otro lugar: “No me llaman por mi condición física, sino por quién soy yo, por todo lo que hice. Llego a las campañas siendo yo misma”.

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Stephie, Ari y Guido de viaje. (Foto: Instagram /  @stephaniedemner)

Stephie, Ari y Guido de viaje. (Foto: Instagram / @stephaniedemner)

-Cuando hablás de tus comienzos como modelo, no hacés una crítica, pero sí hablás de las cosas que tuviste que pasar de muy chica

-No reniego, sino que celebro que hoy las cosas sean distintas porque si las cosas no hubieran cambiado, el mundo sería un lugar aún más tirano, sobre todo en esa profesión. Cuando tuve mi época de modelo, mi representante no me saludaba porque yo no tenía las condiciones físicas para ser “la modelo” de la que él estaba orgulloso. Mis compañeras no me saludaban. Es verdad esa frase que dice que te tenés que ganar el derecho de piso y demostrar todo el tiempo que sos muy buena. Estás siempre a prueba.

Por suerte las cosas cambiaron un montón y como me gusta decir: se rompió esa pared que teníamos, esa idea de que un productor o por medio de un casting te tienen que elegir. Hoy en día, te podés mostrar en tus redes y si le gustás al público, con eso basta.

-¿Cómo manejabas siendo adolescente la exigencia de tener que estar dentro de un “canon de belleza” y tener una altura o un peso determinado?

-Nunca di con lo que pedían. Cuando llegué al primer casting me dijeron: “Tenés dos kilos y medio de más y te faltan cinco centímetros”. Los kilos los podía bajar – en realidad no- porque llegué lo más magra que podía. Era mi contextura: tengo la cintura chica y los huesos de la cadera no me los podía limar.

Muchas veces me frustraba porque no quedaba en los casting porque me faltaba altura o porque las chicas en los desfiles me trataban mal, pero volvía a mi casa y veía a mis papás que trabajaban un montón, que tenían la cultura del trabajo y que me enseñaban que si no podía hacer esto, podía ser cualquier otra cosa.

El modelaje no era mi única herramienta, yo tenía otras por las dudas y eso me alivianó un poco la cabeza. De todos modos, yo lo daba todo. Me pasaba que iba a los casting y me decían por ejemplo: “Estamos buscando una colorada”, y yo iba y me teñía para quedar o también, cuando me veían me explicaban: “Estamos buscando a alguien más normal”, y yo pensaba qué culpa tengo de haber nacido rubia y de ojos verdes. Era un mensaje muy feo con el que te enfrentabas todos los días.

Lo que además pasaba es que estabas esperando todo el día a que te llamaran porque la verdad es que ese trabajo podía salvarme el mes y cuando no pasaba era tremendo, por eso siempre fui muy “busca”, para poder vivir de otra cosa.

-En el último tiempo, muchos influencers están hablando de salud mental en las redes para terminar con las historias “todo color de rosa”. Vos hiciste eso durante tu embarazo que decidiste contar cómo la estabas llevando.

Las redes sociales me acompañan en mi día a día. No por eso prendo la cámara si me pongo a llorar o si me peleo con Guido. No tengo un personaje en las redes sociales. Yo siempre conté lo que me sucedía y en un momento dije que había subido 20 kilos. Me relajé. Me comía un paquete de galletitas todos los días. Lo disfruté tanto. Tenía clarísimo que total después lo bajaba.

Stephie durante su embarazo:

Stephie durante su embarazo: «Engordé 20 kilos, me comía un paquete de galletitas por día». (Foto: Instagram / @stephaniedemner)

Después de tanto tiempo de estar pendiente del peso, quise disfrutar la etapa. Me convencí de que si mi hija estaba sana, yo podía comer y ser feliz.

Esa historia la compartieron diez mil veces. Creo que tiene que ver con que muchas chicas suben sus fotos contando que parieron y al otro día están espléndidas.

Yo tuve momentos difíciles cuando era más chica, hubo una época en la que me pesaba todos los días. Tomaba un vaso con agua, e iba y me pesaba. Veía que había aumentado 300 gramos y decía: “No tomo más agua”, porque pensaba “el agua engorda”. Dejé de tomar agua porque lo veía traducido en la balanza. En ese momento, mi mamá me ayudó, me llevó a un lugar y cambió ciento por ciento todo en mí.

Con respecto a tu embarazo, ¿qué fue lo más lindo y lo más difícil con lo que tuviste que lidiar?

Cuando decidimos ser papás con Guido empezamos a buscar y nos lo tomamos tranquilos: “Cuando llegue, llegue”. Estábamos en Disney cuando me hice el test de embarazo y me dio positivo. Empecé a temblar. No sabía qué hacer, lo primero que le pregunté a la ginecóloga fue: “¿Puedo subirme a las montañas rusas?”.

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Topa íntimo: Cómo cumplió el sueño de ser papá y de qué manera Miti atravesó su vida por completoTenía dudas sobre cómo iba a ser cuidar de algo tan chiquito. Tenía mucho pánico y también tenía miedo de contarlo en redes sociales. Llegó la fecha para contarlo porque se empezaba a notar y mi miedo era que estuviera toda esa energía sobre la panza. Se terminó filtrando, lo terminaron contando y en ese momento recibí tanto amor que me sentí aliviada. Transité un embarazo hermoso, pero tenía pánico del parto. Ese fue mi único miedo real.

-¿Con respecto a tu cuerpo o a la bebé?

A todo. No quería parir. De hecho, empecé con una psicóloga experta en esto que me daba herramientas. Tenía mucho miedo a parir, no quería. También odié la panza y me sentía re culpable porque mis pares subían fotos con sus panzas y ponían frases como: “Me siento empoderada, creadora de vida”, y yo me quería poner un jean. Estaba muy contenta de que iba a tener a mi hija, pero quería que me sacaran la panza.

Tuve un embarazo hermoso, pero no quería estar embarazada, más allá de lo estético. Lo cuento y a veces me responden: “Stephie sos muy mala” pero yo estaba incómoda y no me gustó. Cuando la tuve a Ari fue hermoso y es verdad que te cambia la vida, que conocés el amor. Es hermoso, es muy transformador, te viene a revolear todo de una manera hermosa que me cambió cien por ciento la vida.

-Hablás del amor y de la transformación que significó la llegada de Ari, pero también hay una gran historia sobre cómo se pusieron en pareja con Guido.

-A Guido lo vi en las historias de Instagram de otro tenista y pensé “por qué no lo conozco”. Pregunté por él y otros tenistas me hicieron el enganche. Estuvimos hablando un mes por WhatsApp porque él estaba de viaje y cuando volvió lo invité a mi casa porque en esa época estaba soltera y me querían enganchar con cualquier persona que se cruzara.

Llegó Guido a mi casa y claro, nosotros ya habíamos hablado un mes y nos amábamos. Desde ese día nunca más nos separamos, salvo cuando tiene que viajar por trabajo.

Nos conocimos un domingo, y el jueves él viajaba a Bahía Blanca a visitar a su familia. Me invitó y me pareció un montón, pero no me quería separar de él. La relación con Guido fue desde un primer momento increíble y al día de hoy, que tenemos el gran desafío de ser padres, tenemos una comunicación increíble.

Hay mucho amor, pero también hay mucho diálogo. Es una construcción diaria y una elección cotidiana. Si tenemos un problema, lo resolvemos para que no se haga una bola de nieve y después explote. Las cosas que nos molestan las hablamos y las tratamos de cambiar, y las que no se pueden cambiar, tratamos de aceptarlas.

-Sobre ese punto, dijiste en muchas entrevistas que lo que te pasa con Guido es que es una relación linda y sana. Mencionaste además que a partir de varias relaciones difíciles tuviste un aprendizaje que te llevó hasta Guido.

-No sé si las definiría como relaciones tóxicas, quizás momentos tóxicos o peleas que llegan a un punto que no están buenos. Antes no se hablaba ni te podías dar cuenta de señales de alerta que hoy están mucho más expuestas. Después de tener una situación complicada, aprendés lo que no querés y te aseguro que en tu próxima relación sabés: “Esto no lo quiero”.

Cuando lo conocí a Guido, me pasó que empezó a pagar platos rotos de otras relaciones. Él construyó esa confianza, no desde cero, sino desde menos un millón. Yo estaba decepcionada del amor, había tenido muchas relaciones fallidas. La verdad es que la tuvo que remar mucho y demostrarme que con él no iba a pasar nada. Tenía miedo de que me rompieran el corazón otra vez.

-¿Qué creés que naturalizaste en relaciones anteriores?

-Hablamos de relaciones muy viejas. Quizás, si respondía mensajitos de otras minas, que vos decías: “Me está faltando el respeto”. Sos chica y hacés cosas que sentís, pensás que eso era amor, pero cuando lo conocí a Guido entendí que eso era amor, no todo el resto.

-Además, la casualidad de que Guido es más fanático que vos de Disney.

-Pasé por muchas pruebas (risas). Cuando él me dijo: “Me encanta Disney” me hizo también pasar por un montón de filtros. Estamos juntos hace 5 años y fuimos 14 veces. Es un sueño, un lugar mágico. Por un día, tu cabeza está feliz, te dedicás a disfrutar. Él tiene una profesión que es muy desafiante, competitiva todos los días y es un lugar de escape, un lugar feliz.

-Hablando de épocas felices, leí en algún lugar que tu primer beso fue con Fede Bal.

-Sí, fue un piquito en una combi. Cuando en los programas de espectáculos hablan de las novias de Fede Bal, aparezco yo y no es cierto (risas). Yo estaba en cuarto grado, él era un año más grande. Íbamos al mismo colegio y él me dejó por una chica que chapaba. Me dejó por otra porque yo no chapaba. Así que a mí también me rompió el corazón Fede Bal. Siempre nos reímos, es una anécdota muy graciosa, muy random. Le tengo mucho cariño.

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