miércoles, 27 noviembre, 2024
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Caputo apuesta al dólar calmo y depende de este factor decisivo durante el verano

Todos los días Toto Caputo sorprende al mercado con algún gesto de despreocupación por la eventual falta de dólares. De hecho, sigue mostrándose confiado en que el tipo de cambio seguirá a raya.  

Y, a pesar de que el verano no suele ser un momento de entrada de divisas por la exportación, el ministro de Economía tiene mucha confianza en un factor que será decisivo para sostener la paz cambiaria: el aporte que pueda hacer el campo. 

Primero, Caputo insinuó que no tenía urgencia por una asistencia financiera inmediata del Fondo Monetario Internacional; luego emitió una serie de medidas que facilitan la importación, tanto de empresas como de individuos que compran online; después confirmó que el impuesto PAIS no será sustituido por un nuevo cargo a los turistas que usen tarjeta de crédito en el exterior.

Y, finalmente, ante los rumores del mercado en el sentido de que en enero próximo habría una propuesta de canje o «reperfilamiento» de los bonos GD30 y AL30, el ministro negó enfáticamente esa posibilidad. No es poco, tratándose de un pago al contado, en dólares, por más de u$s1.800 millones, en un país donde todavía el Banco Central tiene reservas netas en rojo -las últimas estimaciones indican unos u$s6.500 millones-.

En circunstancias «normales», cualquier ministro estaría dando muestras de querer acaparar las divisas y tapar toda posible vía de fuga. Sin embargo, Caputo -que en octubre tuvo el menor superávit comercial del año-, se muestra extrañamente desprendido, y manifiesta públicamente que prefiere que los dólares que el Tesoro pague por los vencimientos, sean reinvertidos por el sector privado.

Y surge la pregunta inevitable: ¿de dónde espera Caputo obtener dólares en el verano, una época del año en la que, no por casualidad, siempre han ocurrido las devaluaciones a lo largo de la historia reciente? La respuesta no es muy diferente a la de siempre: el campo. Porque el dato clave es que el verano próximo podría haber un aporte mayor al histórico desde el sector agrícola. O, al menos, esa es la expectativa que se maneja en los despachos oficiales.

La esperanza en los dólares que descansan en los campos

Los silobolsas siguen guardando mucho stock, como se encargó de recordar hace algunas semanas el jefe de gabinete, Guillermo Francos, en un intento de chiste que levantó polvareda y puso a los productores en alerta.

Y lo cierto es que está ocurriendo lo previsible: ante un ritmo de liquidaciones más contenido durante el invierno pasado, quedó una cantidad de producto lo suficientemente grande como para que en los meses de primavera el Banco Central haya podido darse el gusto de comprar unos u$s3.000 millones, en un momento en el que tradicionalmente ha sido vendedor.

Aun así, hay quienes se alarman por el optimismo del que hace gala el ministro, porque el mercado internacional muestra una tendencia a la baja de los precios de materias primas y, además, porque la falta de lluvias había puesto una nota de preocupación entre los agricultores.

Hablando en números, ¿cuánto habrá para vender este verano? Según los datos de Marianela de Emilio, experta del INTA y Agroeducación, todavía restan por ponerse precio a 25 millones de toneladas de soja, unas 17,8 millones de maíz y otras 2,8 millones de trigo de la campaña 23/24. Además, la nueva campaña de trigo que se está cosechando se estima en unas 18,5 millones de toneladas, con 16,2 millones por preciar.

En principio, son números que justificarían el optimismo, sobre todo porque reflejan una mejora tras las últimas lluvias en la zona pampeana, sobre todo para la cosecha de trigo, que era la que más dudas había generado. El agua hizo que el buen peso del trigo formado haya compensado el menor número de espigas. En definitiva, cuando se temía una caída en los rendimientos, se recalcularon las proyecciones al alza.

Expectativas por unos u$s7.000 millones

Pero claro, hay un detalle fundamental para saber cómo esa producción se traducirá en el ingreso de dólares: la voluntad de los productores de liquidar. Lo cual depende de varios factores, que van desde su propia situación financiera, más la perspectiva de precios en el mercado global y, acaso el factor más importante, la confianza respecto de que el gobierno pueda mantener al dólar paralelo en sus bajos niveles de brecha respecto del tipo de cambio oficial.

Los analistas, por lo pronto, asumen que la voluntad de vender será, como mínimo, parecida a la del verano anterior. Esto supondría la exportación de un 32% de la cosecha de trigo, de un 20% de la producción de maíz y de un 18% de la última campaña de soja, según los datos aportados por De Emilio.

Estos números implican un potencial probable de venta de 6 millones de toneladas de trigo, de casi 10 millones de toneladas de maíz y de 9 millones de toneladas de soja.

Hablando en plata, según las cotizaciones actuales, eso podría implicar que el campo aporte un ingreso de divisas en el entorno de u$s7.000 millones en el trimestre diciembre-febrero.

Precios y el factor Trump

El tema del precio es particularmente incierto, porque la elección presidencial estadounidense exacerbó las expectativas de una suba de tasas que cambiara los flujos de capitales. En otras palabras, que se reiniciara un ciclo de «súper dólar» acompañado por su tradicional efecto de caída en los precios de materias primas.

Para colmo, los grandes volúmenes de producción en Brasil y Estados Unidos llevaron a pensar en un año con excedentes altos sobre la demanda global, otro factor que empuje a la baja.

Sin embargo, en los últimos días surgieron algunas dudas sobre este punto: por ejemplo, la designación de Scott Bessent como secretario del Tesoro de Donald Trump. Es un economista considerado «ortodoxo» por el mercado, lo cual ha suavizado las expectativas iniciales de una guerra comercial con China. Un reporte de la consultora Outlier apunta que el factor Bessent podría implicar un punto de inflexión en un mercado marcado por las caídas de las materias primas y las devaluaciones en los países exportadores.

Lo cierto es que el mercado ofrece una lectura compleja: como recuerda De Emilio, el gobierno chino había acelerado compras preventivas, justamente porque Trump había amenazado con las subas de aranceles. Y esto jugó, desde hace algunos meses, como un factor que ayudó a sostener los precios.

Sin embargo, siguen presentes otros motivos geopolíticos que hacen pensar en bajas a mediano plazo. Menciona, por ejemplo, el menor incentivo a la producción de biocombustibles por parte de la gestión Trump. Y, además, la expectativa de una mediación pacificadora en el conflicto de Ucrania podría tener un impacto en el precio global del trigo.

En definitiva, la expectativa es de un 2025 con precios no muy buenos, y con probabilidades de que, pasado el verano -es decir, justo cuando empiece la cosecha gruesa- puedan empeorar. Por lo pronto, la soja en Chicago ronda los u$s364 por tonelada, muy lejos de los u$s490 de hace un año y lejísimos del pico de u$s521 que se había registrado a mediados del 2023.

Productores, con la calculadora de dólares

Ante esa situación, el interrogante es cómo reaccionará el productor argentino: ¿se apurará a vender ahora, previendo que durante el año próximo los precios puedan seguir cayendo? ¿O mantendrá la tradicional cautela de la liquidación «por goteo» mientras observa si la estabilidad financiera se sostiene?

Por lo pronto, el acortamiento de la brecha cambiaria es un incentivo para liquidar ahora. Para el caso de la soja, cuando los u$s243 que quedan tras las retenciones se convierten al «dólar blend» dejan unos $250.480 por tonelada, que a su vez, si se redolariza al valor MEP dejan u$s232. En otras palabras, hoy el productor sojero puede captar un 63% del precio internacional, cuando el promedio del gobierno anterior era de 30% en situaciones normales y de 50% en los regímenes de incentivo.

Pero claro, todo depende de cuánta confianza haya en que la situación actual se pueda mantener. Según De Emilio, hay una expectativa de que en 2025 se produzca la unificación del tipo de cambio, pero no se terminaron de disipar los temores. «La especulación sobre un agrandamiento de la brecha será cada vez menor en la medida en que se afiance el actual esquema macroeconómico; pero aún se especula con que no funcione y se traduzca en un salto devaluatorio», observa la experta.

Mientras tanto, Caputo sigue mostrando confianza en que, a contramano de lo que indica la tradición, el próximo verano no será un momento de sufrimiento por la escasez de dólares.

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