Daniela Cardone nunca pasó desapercibida en los medios. Comenzó trabajando como modelo y, poco a poco, fue ganándose un lugar en la televisión al punto de convertirse en una de las estrellas de los ’90 y principios de los 2000. Sin embargo, desde hace años se mantiene alejada del foco mediático.
Aunque hoy posea un perfil mucho más bajo, a menudo regresa al mundo artístico como fue con su paso por la obra Sex o diferentes apariciones en LAM como angelita. También hay que recordar que su legado sigue presente a través de sus hijos, Brenda Gandini y Junior Pisanú.
Hace un tiempo decidió radicarse en su Carmen de Patagones natal, donde vive sola en su casa junto a sus seis gatos (es fanática de la raza de los persas). En la actualidad se considera una activista por los derechos de los animales y colabora con distintas organizaciones sin fines de lucro.
Tiempo atrás se dio a conocer que Cardone decidió embalsamar a sus mascotas muertas. Para ello, contrató a un taxidermista, llevando este proceso por primera vez con su gato Matute, que falleció en 2016 y fue uno de sus gatos favoritos.
Luego de haberse sometido a este tratamiento, los gatos acompañan a la modelo en su hogar y se encuentran ubicados en una vitrina de la propiedad. Es una forma de recordarlos, de tenerlos siempre presentes a pesar de saber que ya no existen dentro de este plano.
Recientemente, Cardone estuvo presente en el piso de Socios del espectáculo y Adrián Pallares tuvo la curiosidad de preguntarle por este proceso que tiene con sus mascotas. «¿Cómo se te ocurrió embalsamar al primer gato?«, le consultó el periodista de eltrece.
«Es que yo lo amaba tanto, amaba tanto ese pelaje. En alguna vida pasada debo de haber sido egipcia (porque ellos amaban los gatos). Es algo que yo veo normal. De hecho, hay gente que tiene cenizas de un ser querido en su casa y no es nada raro», respondió.
Sin embargo, lo curioso fue cuando la panelista Paula Varela quiso saber cómo se habían tomado Eloy y Alfonsina, sus nietos e hijos de Brenda Gandini y Gonzalo Heredia, el ver a sus gatos embalsamados. Y entonces reveló: «Mis nietos no les dan bolilla. Para ellos son como peluches. A veces me los piden para jugar, los miran y los tocan».