La historia ya es repetida y parecería ser la misma lógica del Doctor Jekyll y Mr. Hyde. Un grupo de amigos que juegan al rugby se une a festejar en un boliche y el encuentro termina en golpiza, hospital, cárcel y a veces en muerte. Como si fuera un gen que va evolucionando en cada uno en los entrenamientos del club y toma cuerpo por la noche gracias a las licencias perceptivas que da el efecto manada.
El hecho simularía ser el mismo de la fatídica noche del 18 de enero del 2020, cuando a la salida del boliche Le Brique, en Villa Gesell, un grupo de rugbiers liderados por Máximo Thomsen, Matías Benicelli y Enzo Comelli, entre otros, asesinaron a un chico de 18 años llamado Fernando Báez Sosa. Ellos, oriundos de Zárate, tras una larga investigación y reconstrucción de lo sucedido, fueron condenados a prisión.
Sin embargo, lo ocurrido parece no haberle enseñado a nadie y, en la misma ciudad de Zárate, jugadores del mismo club volvieron a tener un episodio de violencia que no terminó en tragedia de milagro. Sucedió el sábado 20 de julio, en una fiesta por el Día del Amigo realizada en las instalaciones del mismo club de los asesinos de Báez Sosa, el Náutico Arsenal. Otra vez un grupo de rugbiers golpeó a un chico que estaba bailando en la pista y, una vez en el suelo, su amigo de tan solo 19 años que estaba en la zona del vip, y que fue a su rescate, recibió la peor golpiza con patadas directamente en la sien y en la boca. La madre de Agustín, la víctima, relacionó el ataque con el estilo de vida que tienen quienes practican ese deporte en su ciudad: “Son hechos que se repiten. Hace dos semanas tuvieron una situación similar en Campana. Es el cuarto ataque que el grupo de mi hijo recibe por parte de ellos”.
Testigos del hecho aseguraron que la rápida intervención de dos personas de la organización de la fiesta hizo que la golpiza no terminara con la muerte de Agustín, quien fue puesto a resguardo hasta que el servicio de emergencia lo trasladó al hospital Virgen del Carmen. Uno de los testigos comentó que “de haber permanecido en las inmediaciones del club, la historia hubiese terminado con el peor final”. Por su parte, los estudios realizados a la víctima descartaron lesiones internas graves, habiendo recibido solo varios puntos de sutura en el labio superior.
“Hoy me pudo haber tocado a mí ser la mamá de Fernando Báez Sosa. Hoy le tocó a mi hijo pasar una situación de violencia por personas que representan un deporte y del cual ya vimos cuatro años atrás la trágica muerte de Fernando”, relató en sus redes sociales Natalia, la madre del chico golpeado.
Horas después del hecho, la policía local confirmó que los agresores ya fueron identificados y que uno de ellos ya tenía antecedentes de violencia y por tal motivo había sido expulsado del club. Sobre este proceder continuo que tienes los jugadores del Club Náutico Arsenal de Zárate, Marcelo Urra, su apoderado legal, aclaró que la institución no organizó el evento sino que dos boliches de la zona en conjunto alquilaron las instalaciones del club, desligándose la responsabilidad, pero agregó: “Si bien como club estamos ajenos a los hechos acontecidos, la Comisión Directiva decidió suspender a los socios activos porque están involucrados en un hecho que afecta y mucho a la imagen que pregona el club con sus deportistas”. Y concluyó: “Ahora, debemos esperar que la Justicia actúe. Nosotros estamos a disposición para lo que necesite”.
Una vez más la explosiva alquimia de Zárate, los rugbiers y la violencia fuera de control.
Galería de imágenes