jueves, 28 noviembre, 2024
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Milei quiere sacar rédito político de las elecciones en Venezuela, ante un peronismo incómodo por su amistad chavista

Con toda la atención internacional sobre las elecciones de Venezuela -donde por primera vez en 25 años hay una posibilidad real de que el chavismo sea derrotado en las urnas-, se disputa también otro capítulo de la «grieta» argentina, del que el presidente Javier Milei espera beneficiarse.

La agenda internacional ha sido en los últimos años una fuente constante de argumentos para la pelea política doméstica. Así, por ejemplo, Cristina Kirchner trazó paralelismos entre su propia situación judicial con la de Lula Da Silva, que volvió a la presidencia de Brasil después de haber sufrido la cárcel y de haber cuestionado la parcialidad del poder judicial.

Antes, Mauricio Macri había marcado distancias con los gobiernos de izquierda de la región, y muy especialmente con el venezolano, al apoyar explícitamente a Juan Guaidó, que con el apoyo estadounidense se había proclamado como legítimo presidente de Venezuela. Macri fue uno de los pocos gobernantes que llegó a reconocer en 2019 una embajadora designada por Guaidó como la legítima representante del país caribeño. Un año después, sus cartas credenciales fueron retiradas por el recién asumido Alberto Fernández.

Macri se había propuesto un realineamiento internacional, alejando a Argentina del relacionamiento con China, Rusia e Irán, y volviendo a la cercanía con Estados Unidos. Fruto de ese realineamiento surgió el inédito crédito por u$s58.000 millones aprobado por el FMI a instancias de Donald Trump.

El peronismo criticó con dureza ese giro en la estrategia diplomática, que tuvo un episodio especialmente conflictivo con el derrocamiento del presidente boliviano Evo Morales. Macri fue acusado no sólo de haber avalado ese hecho sino de haber apoyado con armas a los militares insubordinados, mientras que Alberto Fernández, en campaña electoral, denunciaba un golpe promovido desde Estados Unidos.

Ya durante el mandato de Alberto hubo una situación algo ambigua, con gestos del ex presidente peronistas que irritaron tanto a la oposición macrista como a los socios kirchneristas en la coalición de gobierno.

El vaivén peronista con el chavismo

Así, mientras Alberto retomó la línea kirchnerista con el acercamiento a Rusia -a quien dio trato privilegiado con la llegada de las vacunas contra el covid- también marcó una diferencia en el trato con Venezuela.

Cristina había condecorado a Maduro con la Orden del Libertador San Martín en 2013, cuando el venezolano estaba recién electo y el continente estaba impactado por la muerte de Hugo Chávez, acaecida pocos meses antes.

Aquella condecoración ya había creado polémica en ese momento -Maduro en su discurso de agradecimiento se declaró «peronista»- y finalmente, en 2017, Macri retiró por decreto esa distinción, alegando que la conducta de Maduro era contraria a «los valores sanmartinianos de respeto a la libertad y a los pueblos de América latina». Eran los días en que morían cientos de personas en las calles de Caracas, en medio de la violenta represión a las protestas civiles por la democracia. También, en esos días, miles de venezolanos buscaban refugio en Argentina, en una corriente que, según las últimas estadísticas oficiales, llegó a superar los 160.000 inmigrantes provenientes de ese país.

En contraste con aquella relación estrecha del kirchnerismo con el régimen chavista -que no se quedó en lo discursivo sino que también alcanzó varios rubros de negocios bilaterales-, Alberto enfrió el vínculo. En 2020 Alberto apoyó la firma de un documento presentado en la ONU por Michele Bachelet en el que se denunciaban las violaciones a derechos humanos en Venezuela.

Esa postura había significado una fisura del Frente de Todos, que tuvo momentos especialmente ruidosos, como el de la renuncia de la entonces embajadora Alicia Castro, un gesto que el ámbito político interpretó que estaba avalado por la propia Cristina. Organizaciones cercanas al kirchnerismo, como la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, llegaron a pedirle disculpas a Nicolás Maduro por ese viraje en la postura diplomática de Alberto.

Milei saca rédito político

Pero, si bien todos los gobiernos argentinos han hecho política doméstica sobre la base de simpatías o antipatías internacionales, pocos han llevado la agenda diplomática al extremo de Javier Milei.

Su alineamiento explícito con figuras altamente controvertidas, como el brasileño Jair Bolsonaro, el salvadoreño Nayib Bukele o el partido de la ultraderecha española Vox han sido parte fundamental del estilo que le ha impreso a su gestión gubernamental. Milei se precia de haberse convertido en un referente del movimiento «libertario» global y de desafiar a una especie de «casta» internacional que encuentra su máxima expresión en la dirección de la Unión Europea y en instituciones como el Foro de Davos, donde él hizo un discurso sobre los riesgos de Occidente que se volvió viral.

En esa política no exenta de impulsos personales ha debido pagar algunos costos, como la irritación del gobierno chino por sus críticas -que estuvieron cerca de costarle la cancelación del swap con el Banco Central- o el disgusto del gobierno estadounidense por su expreso apoyo a la candidatura de Donald Trump.

Pero si hubo una decisión de política internacional que hasta ahora le ha resultado redituable al 100% es el apoyo a la oposición venezolana. Y es algo que podría compensarlo de los traspiés diplomáticos cometidos hasta ahora.

Milei fue un aliado temprano de la líder opositora Corina Machado, con quien ya manifestaba una abierta sintonía desde la postulación a diputado en las elecciones legislativas de 2021. En conversaciones por Zoom que se difundieron en las redes sociales, la venezolana demostraba su admiración por la vehemencia con la que Milei defendía los principios liberales y dijo que le había servido de inspiración para defender un discurso liberal en la propia Venezuela. El video terminaba con ambos dando el grito de guerra «viva la libertad, carajo».

La líder de la oposición venezolana agradeció públicamente el apoyo de Milei, que se convirtió en un inesperado protagonista de la campaña

La líder de la oposición venezolana agradeció públicamente el apoyo de Milei, que se convirtió en un inesperado protagonista de la campaña

En paralelo, Milei tuvo un aliado involuntario en el propio Nicolás Maduro, que le ha dedicado insultos y críticas y ha llegado a calificarlo de «fascista». Como saben todos los expertos en ciencia política, cuando un gobernante recibe una crítica de parte de alguien muy desprestigiado, esa crítica automáticamente adquiere un efecto benéfico sobre su imagen.

Paradójicamente, después de haber apoyado a Bolsonaro, seriamente sospechado de haber promovido un golpe de Estado contra Lula, ahora Milei aparece como un defensor de la democracia y los derechos humanos por su enemistad personal con Maduro.

Milei, protagonista en Venezuela

La mala imagen que irradia el presidente venezolano ha llegado al punto en que líderes de la izquierda latinoamericana se han cuidado de tomar distancia. Como el propio Lula, quien rechazó públicamente las insinuaciones de Maduro de que podría desconocer y resistir por las armas un resultado electoral desfavorable. Lo mismo ha hecho el colombiano Gustavo Petro.

Es decir, dirigentes con los cuales Milei ha tenido peleas públicas, aparecen ahora tomando distancia de último minuto respecto de Maduro, que aparece como un perdedor seguro para las encuestas.

Milei parece disfrutar el momento. A dos días de la elección, Corina Machado, líder proscripta de la campaña que postula a Edmundo González Urrutia, le volvió a dedicar un mensaje de agradecimiento en las redes sociales, «por el apoyo y compromiso de su gobierno y del equipo político de la Cancillería durante estos meses tan difíciles para los venezolanos». Y tras mostras convicción en la victoria electoral, declaró su «confianza en el inquebrantable espíritu libertario de los venezolanos».

Milei, fiel a su estilo, respondió a Machado: «Siempre estaremos junto al pueblo venezolano en esta lucha por la libertad. ¡Viva la libertad, carajo!». El mensaje tuvo 26.000 retuits y circuló ampliamente en medios de todo el continente.

En definitiva, el presidente argentino ha logrado quedar en un rol protagónico en la elección venezolana. Lo mencionan en sus discursos tanto Maduro como la líder opositora. Y, sea cual sea el resultado, todo indica que podrá sacar rédito por su alineamiento claro en contra del régimen chavista.

La incomodidad del peronismo

En contraste con esa ventaja de Milei, la postura del peronismo lleva las de perder. Acaso la situación de Alberto Fernández sintetice los perjuicios de esa actitud ambigua. El ex presidente difundió una carta en la que el chavismo le pide que no concurra a cumplir su función de veedor, ya que realizó críticas que ponen en duda su imparcialidad.

Alberto, en realidad, se había sumado a las críticas de Lula hacia Maduro, por su insinuación de que no aceptaría un resultado adverso. Pero, en el mismo texto, repite que el chavismo en los últimos años ha estado bajo amenaza de invasión y que su economía colapsó por culpa de un bloqueo comercial. Es decir, adhiere indirectamente a la postura de que los problemas que derivaron en la emigración masiva de más de siete millones de venezolanos fue causada por un boicot dirigido por Estados Unidos.

Esa postura política del peronismo sólo puede recibir impactos negativos, dado que si Maduro pierde el poder no podrá identificarse con la victoria de una oposición que se autodefine «libertaria» y que celebra a Milei. Pero si Maduro gana, tampoco sentirá motivaciones como para reivindicar un régimen calificado globalmente como dictatorial.

En los últimos días, desde ámbitos intelectuales y de organismos de derechos humanos se sumaron adhesiones a Maduro, en otra expresión incómoda para un peronismo que trata de reconciliarse con su electorado después de la derrota electoral.

Mientras tanto, hay dudas respecto de qué actitud tomará cada jugador político argentino si se llegara a producir alguno de los escenarios conflictivos que los analistas no descartan. Por ejemplo, que Maduro promueva un fraude. O que desconozca el resultado electoral, en una actitud que pondrá a prueba la posición de los militares.

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