Fue un crecimiento lento, pero sostenido. De a poco, la movida cultural y de salidas del universo LGBT+ en Buenos Aires comenzó a ampliarse. Hoy la ciudad porteña es una de las más amigables y la que se lleva el podio en Latinoamérica. Bares, restaurantes, fiestas y discotecas se combinan para generar un abanico de salidas para todos los gustos y edades. Espacios en los que la comunidad se siente bienvenida, pero sobre todo segura.
Los pioneros
Esta efervescencia no siempre fue tal. Cuando en 2006 se creó el Mapa Buenos Aires Gay, el panorama era bastante diferente. “Comenzamos con la idea de difundir información del circuito LGBT+ que tuviera que ver con propuestas de interés para la comunidad. Pero era una época distinta, no existía la Ley de Matrimonio Igualitario ni la Ley de Identidad de Género, y la sexualidad se vivía mucho más dentro del clóset”, ilustra Grisel Zuckerberg, directora.
De hecho, cuenta que la mayoría de los lugares tenían cortinas para ocultar lo que pasaba dentro. “Recuerdo estar sacando una foto en un bar que ya no existe y que me dijeran que no podía hacerlo. Hoy es impensable”, relata. En los 18 años desde que nació el mapa, la movida cambió por completo. Ya nada está tan compartimentado. Así como la sexualidad se vive con mucha más fluidez y sin necesidad de definirse, los lugares LGBT+ convocan a todo tipo de gente, independientemente del género o el deseo sexual. “A la vez, los espacios no concebidos específicamente para este público son mucho más inclusivos”, explica Zuckerberg.
El mapa se puede consultar impreso y online y propone distintas categorías de búsqueda, entre las que hay bares, discos y gastronomía, pero también hoteles y puntos de encuentro.
Allá por 2001, hubo otro espacio pionero. Se trató del foro Très Jolie, creado por Carla Tironi Faranit en la búsqueda de nuclear a mujeres lesbianas y bisexuales. No pasó mucho hasta que llegó a convocar a unas 20.000 personas, la gran mayoría de Argentina pero también de otros países de habla hispana. El paso natural fue pasar a la presencialidad, por lo que empezaron a organizar reuniones y luego fiestas mensuales. En un inicio, solo fueron mujeres, unas 600 por fecha. Pero conforme el evento comenzó a crecer, empezaron a ampliar la capacidad de los lugares donde la hacían.
Siempre en Palermo, epicentro de esta movida desde esos tiempos iniciales, pasaron por diferentes bares y boliches, y pronto migraron de los sábados mensuales a los miércoles semanales. Nacieron entonces los Miércoles Jolie, que se ampliaron a toda la comunidad LGBT+, ofreciendo una propuesta de bandas en vivo, películas y juegos. “No se apostó a una fiesta sino a un punto de encuentro que replicara lo que pasaba en el foro”, describe Constanza Majabalani, cocreadora y socia. Con el tiempo, sin embargo, la actividad cultural fue quedando relegada conforme la propuesta de fiesta cobraba más fuerza (y ganaba espacio en boliches).
A más de 15 años de iniciada, Fiesta Jolie ya es un clásico de la noche queer (y no tanto, porque también se acerca público heterosexual). Cada miércoles asisten no menos de mil personas y hoy se celebra en Club Aráoz. “Es una invitación a jugar, desinhibirse y pasarla bien entre gente afín”, describe Majabalani.
Expertos en fiestas
Otra propuesta de gran convocatoria es Rheo, que nació en 2009 a partir de un grupo de amigos que querían crear una experiencia de fiesta LGBT+ que combinara diferentes géneros musicales, especialmente pop y electrónica. La idea ganó popularidad inmediata por su ambiente diverso, y sus creadores generaron la productora RHEOBA, con la que organizan eventos para diferentes públicos, pero siempre con la intención de generar un espacio inclusivo y de encuentro.
Por estos días, son los organizadores de las fiestas Rheo y Human, con público frecuente entre 18 y 35 años. También de Dorothy, Bagfest, Bananarama, Viva y Fiesta Love, donde asisten personas de entre 25 y 45. Cuando se les pregunta qué es lo que funciona al orquestar este tipo de eventos, apuntan a la confianza: “se trata de crear espacios seguros y de pertenencia donde todos se sientan bienvenid@s”. Aunque también destacan la calidad de la música y el entretenimiento, así como una atención cuidadosa a la experiencia, desde la decoración hasta el servicio. “Además, la capacidad de innovar y ofrecer eventos temáticos únicos o colaboraciones con artistas y DJs reconocidos también juega un papel importante en su éxito”, detallan.
Espíritu lúdico
Sobre la calle Gurruchaga, dos opciones apuestan al espíritu lúdico para convocar público LGBT+.
Uno es el boliche Peuteo, que se describe como gay pero también heterofriendly, con un ambiente relajado y muy animado. Cuenta con propuestas de días para karaoke, shows de drags y espacio para bailar siempre listo. También es posible comer y beber con un menú variado. Entre banderines, mesas coloridas y luces de neón, despliega una ambientación más que instagrameable. Su patio es especialmente codiciado en las noches más cálidas.
Y apenas a unos metros, La Puntita ofrece una variante de waffles que son furor. Con forme de pene o vulva (llamados “puntita” o “dulchita” respectivamente), proponen diferentes rellenos, coberturas y toppings para customizarlos. Aunque lo más atractivo suele ser la foto que se saca luego. El lugar también ofrece tragos con alcohol, limonadas y milkshakes.
La pata cultural
Finalmente, las propuestas culturales no concluyeron con el protagonismo de los espacios de fiesta. De hecho, la dupla creadora de Jolie vio en el momento de su crecimiento la oportunidad para diversificarse y abrir un nuevo espacio. Así nació Feliza, anagrama de Féminas Enérgicas Libres Indómitas Zarpadas Anarquistas, pero también “feliz” más una a, apuntando a una felicidad feminista. “La idea es darle lugar a las distintas propuestas culturales que hay por y para la comunidad LGBT+”, describen sus fundadoras.
En lo que supo ser una escuela, sobre la avenida Córdoba, hoy se emplaza este multiespacio en el que las antiguas aulas albergan las diferentes propuestas. Aquí pueden convivir un karaoke, una banda en vivo, una obra de teatro y un curso de poesía, entre varias otras opciones. Además, se ofrece coctelería y gastronomía hasta altas horas. “Esta es una casa de artistas. La intención es diversidad en el más amplio sentido de la palabra”, sintetiza Majabalani.
Con lugares siempre nuevos y originales, la identidad LGBTQ+ en Buenos Aires está más viva y fresca que nunca.
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