Frente a miles de seguidores que colmaron el Estadio Luna Park, el presidente Javier Milei protagonizó una jornada inédita en la que dejó en claro que está lejos de desacelerar: «La idea es convertirnos en una potencia«, recalcó, para luego agregar que no le gustan las cosas a medias y que «vamos a hacer 4.000 reformas estructurales y, cuando terminemos estas, habrá 3.000 más«.
Horas antes, en su paso por el IAEF -el evento del Instituto de Ejecutivos de Finanzas- Milei había dado las claves del perfil que le quiere imprimir a su gestión para los tiempos que vienen.
La comparación con el inicio del ciclo menemista es crucial: el propio Presidente destaca las semejanzas, y hasta se irrita cuando sus colegas economistas le dicen que la convertibilidad permitió bajar la inflación más rápido que en la actualidad.
Milei aseveró que es injusta esa ponderación. «La convertibilidad, es cierto, bajó la inflación más rápido que nosotros. Ese es un punto, yo no lo niego, pero pasaron algunas cosas en el medio». El jefe de Estado alega que el inicio de aquel ciclo fue precedido por dos procesos hiperinflacionarios y la incautación de los depósitos (plan Bonex).
Milei tiene 120 días para reactivar la economía o liberar el cepo
Algo que Milei no convalidó: ni la híper ni la ruptura de los contratos.
Para el jefe de Estado, el plan de estabilización es el actual. El que está en pleno funcionamiento. No hay que esperar sorpresas. Ni una devaluación ni una aceleración del crawling peg, ni la salida apresurada del cepo.
Todas esas posibilidades quedaron rotundamente desmentidas en la tarde-noche del martes.
Eso sí: de acá al comienzo de la Primavera, alrededor de 120 días, el Gobierno tendrá tiempo para mostrar que el programa, además de tener al dólar bajo control, puede cambiar el ciclo. Pasar de una dura recesión a una recuperación de la actividad.
La actividad económica se desploma
El último dato de la economía dio que la actividad se hundió 8,4% en marzo. Según las consultoras privadas, abril se habría comportado de manera similar, pero con la expectativa de que ése haya sido el piso de la crisis.
El Gobierno cree que, efectivamente, fue así. Y es más: desde el equipo económico sostienen que la recuperación ya se inició. Caputo ya hizo público que algunos sectores -como el campo y la minería- mostrarán signos positivos en la próxima medición.
Sin embargo, es probable que el resto de la sociedad no perciba esa mejora. Se trata de rubros con sus particularidades: el campo viene de una sequía histórica y la minería o el sector energético están recibiendo inversiones puntuales, a la espera de la aprobación de un régimen especial (RIGI).
La mejora de los ingresos de la población demora más tiempo. Hasta entonces, podría notarse un crecimiento por el lado del crédito, gracias a la rebaja de las tasas de interés.
Septiembre, en la mira: ¿habrá nuevo acuerdo con el FMI?
Mientras tanto, Milei apuesta al recorrido de los próximos 120 días.
Caputo depende del FMI y del campo para captar dólares y lograr una eventual apertura del cepo.
Son los que necesita transitar hasta el próximo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Hasta ese momento, la economía y el humor social dependerán de lo que suceda con:
- La liquidación de la cosecha.
- La tasa de desempleo
Una cosa une ambas variables: dependen mayormente del comportamiento del sector privado. En una están involucrados los productores de soja (si deciden liquidar la producción o guardarla en los silobolsas hasta una mejor oportunidad).
En el tema del empleo, las compañías deciden si tienen espaldas suficientes para preservar la dotación de personal.
Todavía no hay registros confiables de esta última variable. Aunque las que trascendieron no son para nada alentadoras: sólo durante el primer trimestre del año, los bancos cerraron unas 275.000 cuentas sueldos, lo que da una idea de la destrucción de puestos de trabajo formal (en blanco).
¿Negociación dura o blanda?
El ministro de Economía acaba de revelar que el objetivo de un nuevo acuerdo con el FMI pasará por la liberación de fondos frescos por parte del organismo.
¿Qué pedirá a cambio el Fondo? Obviamente la liberación del cepo. Pero el Gobierno no quiere acelerar los tiempos, y no está dispuesto a conceder esa cuestión mientras no disponga de reservas en el Banco Central.
El Gobierno deberá demostrar una buena recuperación de la actividad si quiere recibir fondos frescos del Fondo Monetario.
El problema a la vista es que, con un dólar que empieza a atrasarse y una brecha que se agrandó, la posibilidad de juntar las divisas se hará cuesta arriba. ¿Y entonces?
Habrá seguramente una pulseada ardua, que muy probablemente se saldará mientras el Gobierno asegure la permanencia del equilibrio fiscal.
Por eso, la clave es si -como cree el oficialismo-, la actividad empieza a recuperarse y la recaudación no desentona.
En un escenario de ese tipo, la cuestión relevante será si los dólares que ingresen no se terminarán yendo por culpa del dólar barato y las ganas de los argentinos de gastarlos en el exterior.
Como puede apreciarse, la solución no es nada fácil.