viernes, 29 noviembre, 2024
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Horacio Convertini: La figura del escritor torturado conmigo no va

“Es una historia de traiciones, de amores perdidos, de sueños frustrados, de gente que busca redenciones imposibles”, así define el escritor Horacio Convertini a su última novela. “La exactitud del dolor” es el relato trágico de la vida de un boxeador, Rayo, que tomó todas las decisiones equivocadas; y la de su entrenador, el “Rengo” Zafe, que dejó su única ilusión en manos del hombre incorrecto.

Horacio Convertini (62) periodista de larga trayectoria -fue editor de la sección policiales del diario Clarín y hoy es responsable del suplemento Viva-, es uno de los escritores fundamentales de la novela negra en la Argentina, cuyas novelas y libros de cuentos han sido premiados aquí y en España.

En los últimos años, dedica cada vez más tiempo a la escritura de guiones. En su producción se destacan dos series que creadas por la dupla de Mariano Cohn y Gastón Duprat para Disney, “El galán” y “Lo que sea, cuando sea”, realizadas en México en Brasil.

Horacio Convertini

La exactitud del dolor” está ubicada temporalmente entre los años ’70 y ’90. A través de esta historia, Convertini vuelve al universo de Pompeya, su barrio, semillero de boxeadores y territorio de un deporte que fue pasión y hoy pasa casi inadvertido en la Argentina. Con el devenir trágico de tantos hombres que perdieron sus oportunidades en el ring, la historia de Rayo cuenta con belleza y nostalgia, la caída de un luchador cuyas batallas ya estaban perdidas de antemano.

NOTICIAS: “La exactitud del dolor” tiene algo de otro tiempo en cuanto al lugar que ocupaba el boxeo en la cultura popular. Y también recrea el clima de la novela negra más tradicional.

Convertini: Me gusta contar historias escenificadas en los ’90 porque es la última década analógica, sin internet ni celulares. Esa época histórica es muy importante para la novela negra. Los personajes pueden perderse, inventarse una historia. Como “El talentoso señor Ripley” (Netflix) de Patricia Highsmith. Y el boxeo es un tópico de la novela negra. Uno de los relatos fundacionales del género en Norteamérica es “Los asesinos” de Ernest Hemingway, que es de 1927. Allí narra la historia de dos matones de la mafia que van a matar un boxeador. El relato no dice la causa, pero investigando me enteré de que Hemingway había escrito ese cuento basándose en un caso real. La mafia de Chicago había mandado a matar a un boxeador sueco, peso pesado, porque no había respetado la orden de perder una pelea. En la novela negra no hay justicia, la policía no existe, no hay detectives astutos. No hay nada, solo una sociedad en descomposición y una situación manejada por la violencia concreta de quienes detentan poderes alternativos.

Carlos Monzón

NOTICIAS: ¿Qué le gustaba del personaje de Rayo?

Convertini: En varios relatos merodeé el boxeo porque es un espacio que narrativamente me interesa y porque, además, es un deporte que formó parte de mi educación sentimental. Yo nací en 1961. Cuando era chico los campeones del mundo eran celebridades. Eran tapa de revistas. Algunos, los más apuestos, como Monzón; entraban al jet set. Ocupaban un lugar de respetabilidad social y, además, encarnaban algún tipo de ética. Yo nací en Pompeya, que además era un barrio muy identificado con el boxeo. A cuatro cuadras de mi casa vivía Alfredo Prada, que había sido el gran rival de Gatica. Gatica se vino a casar a la iglesia de Pompeya, justamente, porque era el territorio de Prada. Mi papá me contaba que él y los muchachos de Unidos de Pompeya fueron a la salida de la iglesia a hacer un poco de bardo, para defender el honor del barrio. Un campeón argentino, Jorge Fernández, era el esposo de la panadera de la vuelta. En el inquilinato que estaba a 20 metros de mi casa vivía un boxeador al que todos le augurábamos un gran futuro y que pasaba siempre corriendo y saludaba a mi mamá y a mi tía que estaban barriendo. Imaginábamos que iba a ser el campeón del barrio pero finalmente no lo fue. En mi adolescencia, yo paraba en Unidos de Pompeya, un club de barrio, un club de boxeo, donde todos los días veía a los pibes entrenar. Los sábados y domingos que no entrenaba nadie, me subía al ring a jugar a que era boxeador.

NOTICIAS: ¿Nunca practicó boxeo?

Convertini: Imposible. Pesaba 40 kilos mojado. Aún hoy tengo manos chiquitas. No soy un hombre apto para la violencia física. Pero me gustaba esa épica. En 1976 se estrenó “Rocky”. La vi todas las veces que pude, en el cine y en televisión también. Eso fue construyendo en mí el deseo de escribir sobre boxeo. Había escrito algunos relatos, por ejemplo, en mi primer libro de cuentos, “Los que están afuera”. Allí hay un relato que se llama “La visita” que es una visión alternativa de “Torito” de Cortázar. Cortázar en este cuento refleja de una manera maravillosa, el sentido común que se había formado en la época con la muerte de Justo Suárez, el primer ídolo del boxeo argentino. Periodísticamente hice un perfil de Justo Suárez en una revista donde trabajaba. Pero nunca había escrito una novela de boxeo y tenía ganas de hacerlo. Me lancé a trabajarla teniendo como referencia “Cuarteles de invierno” de Osvaldo Soriano. Incluso aparece el pueblo ficticio de Soriano, Colonia Vela, mencionado en la novela. “La exactitud del dolor” es contar con las herramientas de la novela negra, que son herramientas muy nobles, la parábola de un perdedor.

Boxeo

NOTICIAS: ¿Quién era el boxeador que más le gustó a lo largo de tu vida?

Convertini: De chico me gustaba mucho Muhammad Ali. Monzón también. Y Saldaño, que además se llamaba Horacio, con lo cual me generaba más empatía. Le decían “la Pantera tucumana”. Creo solo haberlo visto pelear una vez por televisión, pero puede ser un recuerdo implantado, un recuerdo falso. Cuando peleó y perdió contra “Mantequilla” Nápoles por el título. Pero recuerdo claramente escuchar las peleas bravas de Saldaño por la radio, los sábados a la noche, desde el Luna Park.

NOTICIAS: ¿Sigue hoy mirando boxeo?

Convertini: Estoy un poco desconectado porque es una actividad que se atomizó y no llego a entender quién es quién dentro de este juego. Por ejemplo, sé que en unas semanas va a pelear Tyson Fury, el campeón mundial de los pesados, un británico. Desde que lo localicé, quiero ver sus peleas. Es un personaje: hijo de gitanos, de una familia de peleadores a puño limpio. Él mismo fue peleador a puño limpio. No tiene físico de gran boxeador, sin embargo, le ha ganado a los mejores de su generación. Canta cuando termina las peleas.

NOTICIAS: ¿Le preocupa que sus libros tengan éxito o fracasen?

Convertini: Trato de no pensar porque eso te puede generar dos cosas. Por un lado, si verificás que te va muy bien, decir “bueno, ahora tengo que hacer otra novela de boxeadores”. Y si te va mal, pensar “tendría que cambiar de género”. Entonces, por un lado o por el otro te ves condicionado, ya sea por el éxito o por ventas insuficientes. Y la literatura es para mí un lugar de absoluta libertad. Además, en la Argentina es muy difícil pensarse como escritor exclusivamente. Soy una persona grande que ha recorrido distintos caminos, entonces, ese tipo de fantasías te duran poco. A mí la literatura me da una enorme alegría. La figura del escritor torturado conmigo no va.

NOTICIAS: ¿Cómo se siente como periodista con la profesión hoy?

Convertini: Como un jugador al que le cambiaron las reglas del deporte que practica y que está en un proceso de sorpresa, desorientación y búsqueda para encontrar su espacio dentro de los cambios que está viendo.

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El escritor Horacio Convertini. | Foto:Ariel Grinberg

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