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LA SOCIEDAD DE LOS NECIOS. Por Mattías Meragelman

LA SOCIEDAD DE LOS NECIOS. Por Mattías Meragelman

abril 21 03:17 2024 Imprimir noticia

Vivimos en una época en la cual nadie cree estar equivocado, nadie tiene dudas de sus razones y entonces el debate mediático y político no se basa en argumentos. Las características de una etapa en la cual no importan los hechos y la política parece una lucha de fandoms.


El presidente Javier Milei y el gobernador Ricardo Quintela aparecen en los extremos del mapa político nacional. Sin embargo, un repaso por sus discursos permite encontrar una coincidencia.

Ambos vienen hablando desde hace tiempo de la batalla cultural, de la discusión en la arena política para imponer el “sentido común” con el cual deben ser interpretados los hechos. Inclusive, los dos dirigentes responsabilizan a los medios de comunicación de la construcción de sentido que rige en la sociedad y que ellos consideran equivocado.

“Cómo puede ser que en estos meses haya aumentado mi popularidad y haya aumentado mi intención de votos, quiere decir que la batalla cultural está dando resultado. Ese es el mejor de los mensajes”, dijo el mandatario nacional en una de sus últimas entrevistas internacionales al destacar que pese al feroz ajuste y la caída del consumo, sigue manteniendo el apoyo de amplios sectores sociales.

Hace muchos años el semiótico argentino Eliseo Verón hablaba de tres destinatarios en el discurso político: un prodestinatario (aquel que compartía las ideas del dirigente político), un contradestinatario (aquel sector de la población que estaba en las antípodas del pensamiento del candidato y con el que se polemizaba en el debate) y un paradestinatorio (el indeciso al cual el dirigente quería convencer con argumentos o ideas).

Verón sostenía que el discurso político debía centrarse en este último, porque la comunicación política se trataba de convencer al que dudaba de sus creencias y de conservar la adhesión del que ya estaba convencido.

En la actualidad aquella teoría con la cual nos formamos muchos de los actuales analistas políticos y periodistas parece haber quedado totalmente fuera de tiempo.

La política trabaja con un nuevo concepto que es el de “minoría intensa”. El grupo social que me apoya debo fortalecerlo y fanatizarlo todo lo que pueda, el discurso político solamente se dirige a los propios, a lo que Verón llamaría prodestinatario.

Inclusive aquí se puede sumar al análisis un concepto más vinculado al mundo del entretenimiento pero que adquiere especial vigencia: los fandom.

El fandom es la comunidad de seguidores y admiradores apasionados de una obra de entretenimiento, como películas, series de televisión, libros, cómics, videojuegos o un artista.

Estos seguidores expresan su entusiasmo a través de discusiones en redes sociales o creando contenido vinculado al tema de su fanatismo. Ese contenido que suben a la web funciona como una parte sustancial de la vida digital y el desarrollo de su objeto de fanatismo. Los fandom hacen que un producto parezca todavía más masivo de lo que es y ratifican la fanatización de sus adherentes.

La política hoy parece moverse de esa manera, conformando en el discurso que expresa a quienes piensan de la misma manera y fidelizándolos todavía más en su pensamiento y adhesión a las ideas que ya tenían previamente.

En ese sentido, muchas veces los argentinos estamos tentados de pensar que la grieta es un invento nacional o que solamente ocurren en estas tierras estos procesos de antagonismos.

Sin embargo, la realidad es que la política en casi todas las democracias occidentales está viviendo procesos similares. España, Estados Unidos, Colombia, Perú o Brasil son ejemplos de discusiones muy similares a las que estamos teniendo en estas latitudes.

Hay algo epocal en este proceso, que no es exclusivo de la Argentina sino que es el resultado de un proceso de postverdad, en el cual las democracias occidentales quedaron condicionadas por el surgimiento de las redes sociales y lo que entendíamos como debate público de ideas se trastocó.

Inclusive a los medios de comunicación y los periodistas en el mundo entero también nos cruza este proceso de polarización.

Hoy es más negocio comercial y en términos de audiencia tomar postura, quedar claramente de un lado de la grieta para de esa manera garantizar financiamiento de un sector y público de ese mismo espacio.

Lo entendieron las cadenas norteamericanas Fox o CNN, el diario “El País” en España, la “Cadena O Globo” en Brasil, “La Nación +” o “C5N” en la Argentina. Los proyectos periodísticos más exitosos no son aquellos que buscan expresar todas las voces o todas las posiciones, sino aquellos que dicen lo que su público quiere escuchar y lo fidelizan.

El diccionario define necio de la siguiente manera: terco y porfiado en lo que hace o dice. Generalmente, en su uso más coloquial y habitual, lo hemos utilizado como un sinónimo de falto de inteligencia, haciendo referencia a la incapacidad de aceptar otras ideas o supuestas verdades.

Hoy parecemos atrapados en una sociedad de necios, una comunidad en la cual cada persona está convencido de sus propias ideas y solamente consumimos la información que nos ratifica nuestro pensamiento propio. Yendo un poco más allá, cualquier dato que aparezca y contradiga nuestra forma de pensar es rechazado de plano y sin darnos el tiempo para pensar en su veracidad o valor. Inclusive rechazamos muchas veces una idea más por quién lo dice que por su propio contenido.

Jorge Arguello fue embajador argentino ante los Estados Unidos 8 años en dos periodos presidenciales diferentes y acaba de publicar un libro que se llama “Las dos almas de Estados Unidos”. En ese texto habla de la grieta norteamericana y describe la división social que ese proceso genera (el cual considera más profundo que el argentino).

Recientemente entrevistado en un medio de comunicación por la presentación de ese libro, explicó que en la actualidad las percepciones son inmunes a los argumentos y para agravar aún más la complejidad del proceso, indicó que al momento de votar se elige más con percepciones que con argumentos. “Si uno toma los datos duros, en Estados Unidos la economía está mejor hoy que hace dos años, pero la mayoría de la sociedad norteamericana percibe que está mal y entonces para la sociedad está mal la economía”. 

No escribo este texto desde una falsa objetividad periodística o una supuesta neutralidad. Lo escribo convencido de mis ideas, posicionado en las antípodas del proyecto político que encabeza el presidente de la Nación y mirando el proceso político actual claramente parado en una vereda determinada.

Sin embargo, si me planteo que enfrentamos un proceso en el cual la caída de los grandes relatos de los cuales venimos hablando desde hace tiempo (inclusive en este espacio periodístico) incluyen la eliminación de los hechos como un valor y cada día que pasa esa forma de pensar se amplía y profundiza.

Hoy no importa la verdad, hoy importa mi propia verdad y en ese marco cuesta imaginar qué tipo de sociedad seremos en los próximos años.

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