“Uno en un millón”, vaticinó el agente FIFA Erik Manasse, allá por enero de 2007. “Jugadores como éste, uno en un millón”, insistió. Hablaba de las cualidades técnicas de Edinson Roberto Cavani Gómez, figura de la selección uruguaya sub 20 que deseaba vestir la camiseta de Boca. El deseo del empresario era ubicarlo en el fútbol europeo, pero el anhelo de Cavani, figura del Sudamericano juvenil de Paraguay, era defender los colores xeneizes, su club en la Argentina, por lo que Manasse intentó persuadir a los directivos de Boca de que presentaran una oferta por el 9. El pase, es sabido, no se dio en aquel momento.
El entrenador Miguel Russo dio el OK, pero Cavani siguió su carrera en Italia, mientras el equipo argentino se consagraba campeón de la Copa Libertadores de América. Desde entonces, el futuro delantero de Palermo, Napoli y PSG, entre otros clubes, se trazó el objetivo de jugar en Boca. Finalmente, a los 36 años, tras un largo recorrido en el Viejo Continente, cumplió el sueño de vestir la camiseta azul y oro. Y a los 37 recuperó el nivel de sus mejores temporadas en el exterior y se convirtió, a fuerza de goles, en el guía futbolístico y espiritual de Boca. Con el envión de ocho goles en ocho partidos, Cavani intentará sacarse la mufa contra River (le anularon uno por un fuera de juego milimétrico en el último superclásico en la Bombonera) y celebrar su primera conquista en el fútbol argentino.
Cavani concluyó el primer tiempo del 1-0 sobre Godoy Cruz con una leve molestia muscular, aunque su presencia ante River el próximo domingo no correría peligro. El uruguayo abandonó el campo de juego a los 33 minutos del segundo período y este miércoles realizó tareas livianas. “Edi terminó bien. Hablamos en el entretiempo”, explicó el director técnico Diego Martínez. Por lo pronto, el uruguayo ya puso la mira en el superclásico y todo indica que será titular en Córdoba.
Más allá de su gol a Palmeiras en el partido de vuelta de la semifinal de la Libertadores 2023, el primer semestre de Cavani en Boca estuvo lejos de colmar las expectativas: marcó frente a apenas tres rivales (Platense, el Verdão y Talleres); tuvo un flojo rendimiento contra Fluminense en el Maracanã y sufrió un desgarro ante Newell’s en la antepenúltima fecha de la Copa de la Liga. Pese al respaldo de Juan Román Riquelme y de Jorge Almirón, que lo mantuvo entre los 11 a pesar de su sequía goleadora, Cavani aportó poco en relación con lo que se esperaba.
El receso y un problema en el recto anterior izquierdo lo marginaron de las canchas durante 76 días. Dos meses y medio en los que Cavani no se tomó vacaciones y se dedicó de lleno a la recuperación de la lesión. Mientras sus compañeros disfrutaban de unos días de descanso, él mismo publicó imágenes de su puesta a punto en Salto, su ciudad natal, y compartió frases motivacionales en las redes sociales. En medio, Cavani recibió ofertas de la Major League Soccer y hubo un sondeo de Grêmio, de Brasil, que procuraba reemplazar a Luis Suárez tras su partida a Inter Miami. Sin embargo, el atacante campeón de la Copa América 2011 en Argentina decidió continuar en Boca. Por lealtad hacia Riquelme y para intentar, fundamentalmente, una revancha personal.
Su 2024, para colmo, no empezó de la manera deseada. Tras actuar unos minutos contra Platense (0 a 0), dilapidó situaciones nítidas de gol ante Sarmiento y el Verde empató a falta de 18 minutos. Una nueva lesión muscular lo dejó fuera de los partidos con Tigre, Defensa y Justicia y Central Córdoba, y su regreso ante Lanús estuvo signado por una falla: tuvo una chance inmejorable para descontar y erró un cabezazo muy cerca del arco. Frente a River casi no entró en juego, pero al domingo siguiente se destapó contra Belgrano con un triplete que implicó tres puntos importantísimos y el despegue del delantero en Boca.
El Matador recuperó la confianza y a sus toques de distinción (habilitaciones, desmarques, cambios de frente y una notable batería de recursos a la hora de definir) añadió goles de todos los colores: de penal (a Belgrano), de cabeza (a Racing), de tijera (a Central Córdoba), de cachetada (al Tomba).
“Muchos tal vez esperaban que yo hiciera 50 goles. Por ahora metí unos pocos –algunos, importantes–, y siento que el hincha me lo ha agradecido. Ojalá que pueda darle varios más”, dijo el Matador. Y agregó: “Todos queremos salir campeones. Hay que tener ganas de prepararse para eso y a mí nadie va a quitármelas. Lo dije desde el momento en que llegué a Boca: es mi mayor deseo. Estuvimos muy cerca el año pasado de conseguir un logro importantísimo para el club. Esperemos que nos toque esta vez”.
El del domingo será el tercer superclásico de Cavani en Boca. Y la posibilidad para el uruguayo de amargar por primera vez a los millonarios. En octubre de 2023 marcó un empate parcial en la Bombonera, pero el tanto fue anulado por un off-side que todavía se discute y el partido terminó 0-2. Y en en febrero de este año, en el Monumental, no tuvo situaciones de gol y dejó la cancha a los 20 minutos de la segunda etapa. Ese día fue burlado por hinchas de River, que celebraban irónicamente sus goles de la entrada en calor, aludiendo a la improductividad que llevaba el delantero por entonces.
No lo hizo en Danubio (contra Defensor) ni Manchester United (no llegó a enfrentarse con el City), pero Cavani anotó goles en derbis en todos los demás clubes en que jugó: el tanto a Racing para Boca, uno contra Palermo para Catania, tres frente a Juventus para Napoli, cuatro a Olympique Marseille para PSG y uno a Villarreal para Valencia.
El domingo tendrá la oportunidad de agregar a River a su lista de víctimas importantes. Y de alimentar la esperanza de cumplir el sueño que trae desde chiquito: ganar un título de campeón con el escudo de Boca.