Lo llamaron “maricón” en el pesaje y el campeón salió al ring con una furia inusitada, dispuesto a vengar la irrevencia del boxeador cubano Benny Paret, que falleció como consecuencia de los golpes.
Hace 62 años, una frase en la ceremonia de pesaje desencadenó la tragedia de Emile Griffith, que vengó la irreverencia de su rival con un nocaut mortal. En el séptimo round de la pelea, el campeón llevó a Benny Paret contra las cuerdas y no tuvo piedad: le dio 18 golpes en seis segundos a un rival sin reacción, que se desplomó inconsciente.
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La tragedia persiguió al brillante pugilista norteamericano, al que su víctima llamó “maricón”, hasta el último de sus días y lo llevó a confesar que había pasado una vida preso en libertad, luego de aquella pelea celebrada en el Madison Square Garden de Nueva York, el 24 de marzo de 1962.
Todo empezó el día previo al combate, cuando se encontraron para pasar por la balanza y sacarse las fotos de rigor ante la prensa. Allí, delante de todo el mundo, Bernardo “Benny Kid” Paret llamó “maricón” a su oponente y le rozó la cola con su mano.
El norteamericano se le fue al humo para agredirlo, pero Gil Clancy, su entrenador, lo frenó con una frase premonitoria: “Espera a mañana para liquidarlo a golpes”.
La brutal golpiza de Griffith a un Paret ya sin reacción y con la pasividad del árbitro, generó la tragedia arriba del ring.
La provocación de Paret tuvo consecuencias impensadas por la enorme trascendencia mediática del incidente. “No estaba al tanto que fueras así”, le dijo la novia a Griffith, poniéndole punto final a la relación amorosa.
Gloria y caída de Emile Griffith
Nacido el 3 de febrero de 1938 en las Islas Vírgenes, Emile Alphonse Griffith fue un extraordinario campeón mundial en las categorías mediano ligero, welter y mediano. En ese momento se encontraba en el mejor momento de su carrera y era famoso por la dureza de sus puños, razón por la cual sus rivales escapaban del intercambio a corta distancia.
El combate se le hizo cuesta arriba al campeón, tal vez por los nervios que sentía por todo lo vivido en la previa. En el sexto round, el cubano logró mandarlo a la lona y sólo el providencial tañido de la campana que le puso final al asalto lo salvó de la derrota.
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“Cuando vuelvas a la pelea, quiero que no dejes de pegarle hasta que caiga sobre tu hombro o el árbitro te frene. Sigue pegando hasta que te paren”, le dijo Clancy en el rincón. Emile salió con toda la furia y en ese round se produciría la tragedia.
Griffith logró darle una serie de golpes que llevaron al cubano contra las cuerdas. Paret lucía sin reacción y el campeón no tuvo piedad: le pegó 29 trompadas seguidas, 18 de ellas en apenas seis segundos, ante la pasividad del árbitro (luego suspendido por negligencia).
“Kid” cayó inconsciente y fue retirado en camilla hacia el hospital Roosevelt de Manhattan, donde nunca logró salir del coma. Una hemorragia cerebral masiva causó su muerte 10 días después.
Griffith, que años más tarde fue vencido por el argentino Carlos Monzón en dos oportunidades, quedó marcado para siempre. “Aunque nunca fui a la cárcel, siento que he estado en prisión toda mi vida”, afirmó poco antes de su muerte, que se produjo el 23 de julio de 2013 a raíz de una encefalopatía ocasionada por los golpes recibidos en la cabeza.
“Nunca fui el mismo boxeador después de esa noche. Tenía miedo de lastimar. Hacía solo lo suficiente para ganar. Usaba jabs y no cruzaba golpes. Me hubiese gustado retirarme, pero no sabía hacer otra cosa”, dijo en su biografía, publicada en 2008. Allí también reveló que le gustaban tanto los hombres como las mujeres, pero que se había sentido ofendido por las palabras de Paret: “Me cansé de que me llamara maricón. Yo no quería matarlo, pero lo que dijo me afectó”.