La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para el 2050 una de cada cuatro personas va a tener algún grado de pérdida auditiva, es decir, que se verán afectadas unas 2.500 millones en todo el mundo por este tema. Especialistas consultados por Clarín manifiestan su preocupación por la exposición recreativa y hablan de los riesgos asociados.
“Se está viendo que la edad media para la pérdida auditiva bajó ocho años promedio, hay cada vez más casos de gente joven con pérdida de audición dado que las horas y el volumen de exposición van en aumento entre los jóvenes y como el daño no se detecta inmediatamente los afectados no toman conciencia a tiempo”, señala a este diario Horacio Murga, jefe del servicio de Otología e Implantes cocleares del Hospital Universitario Austral.
En esta línea es que advierte sobre el incremento de horas de uso del celular y auriculares y destaca que su utilización en la vía pública hace que haya que subir el volumen casi al máximo para escuchar y que eso resulta peligroso.
Lo aconsejable, sigue el especialista, es tratar de utilizar los auriculares lo menos posible y a volumen bajo (no superar los 80 decibeles) y, a la vez, no exponerse a ruidos muy fuertes como explosiones. “Es útil usar tapones si uno trabaja en un lugar con mucho ruido porque baja en promedio 27 decibeles”, comenta Murga.
Dice que las proyecciones de la OMS están asociadas a los malos hábitos auditivos en cuanto a la exposición, algo que está en constante crecimiento. También lo vincula con la falta de campañas preventivas, al menos en Argentina.
Horacio Cristiani, director de la Mutualidad Argentina de Hipoacúsicos (MAH), también pone el foco en “la exposición al ruido recreativo”. Él se refiere a la música en «los boliches, recitales y al uso de auriculares conectados al teléfono por mucha cantidad de tiempo y a un volumen no muy controlado”.
Un ciclista usando auriculares en la calle. Foto Juano Tesone La entidad hizo una campaña de concientización en escuelas de diferentes partes del país por los riesgos relacionados a la escucha. “Sabemos que casi el 20% de los jóvenes utilizan sus dispositivos a niveles peligrosos si la escucha se extiende durante más de dos horas diarias. Si bien en el estudio que realizamos no se incluyó un cuestionario al respecto, se presume que muchas veces se exceden las dos horas diarias. De la misma forma, encontramos que casi un 12% de la muestra supera el nivel aceptable para una hora de exposición diaria”, advierte Cristiani.
“Se están usando los auriculares insert, adentro del oído, que no son los más recomendables. Entre los jóvenes, no solo los utilizan para escuchar música sino también para los juegos en línea en los que suelen estar por muchas horas”, señala Paula Campodónico, licenciada en Fonoaudiología de la Mutualidad, quien manifiesta su “preocupación en cuanto a la juventud y el aceleramiento de la discapacidad auditiva”.
“Los de copa, grandes, son mejores. Porque atenúan los ruidos ambientales y eso ayuda a que no sea necesario aumentar el volumen para tapar el sonido de afuera”, sostiene y asegura que no solo es un tema que afecta a los jóvenes. “También lo vemos en los niños, que van a cumpleaños en los que tienen que gritar para hablar porque la música está muy fuerte, se incorporan a una sociedad muy ruidosa desde temprana edad”, aporta.
La lectura de Gabriela Pérez Raffo, jefa de la sección Otología del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Italiano, es que el incremento en la pérdida auditiva sobre el que advierte la OMS puede estar relacionado en cierta medida con el incremento del uso de los dispositivos personales con auriculares. “Esta exposición continua a los sonidos puede dar lugar a un tipo de pérdida auditiva que es la hipoacusia inducida por ruido”, destaca.
Y explica: “No todas las perdidas auditivas son iguales. Las alteraciones del oído medio o externo son muchas veces reversibles. En cambio, las del oído interno o del nervio auditivo en general no se pueden corregir. La pérdida por exposición al ruido tiene que ver con el oído interno y suele ser irreversible”.
Si los demás escuchan lo que estamos escuchando, es un indicador de que el volumen es muy alto. Foto ArchivoExiste, además, otro tipo de hipoacusia inducida por ruido, la aguda, y tiene que ver con la exposición a un ruido muy intenso aunque sea por corto tiempo.
“Si bien lo primero que se suele pensar cuando hablamos de ruido es del que se registra en ambientes laborales, muchas veces el daño está vinculado con lo que ocurre de manera recreativa, como en restaurantes, cumpleaños infantiles, boliches, recitales. También la exposición por uso de dispositivos con auriculares”, se suma Pérez Raffo.
En tanto, cuenta que “los auriculares no son malos en sí mismos”. El tema es cuando “se escucha a un volumen muy intenso, ya sea porque a la persona le gusta así o porque se intenta tapar el sonido de fondo”.
Una clave para saber qué es alto o bajo es que la persona que uno tiene al lado no pueda escuchar lo que suena en nuestros auriculares. Otro parámetro a tener en cuenta es distinguir los diálogos de otros que se encuentren cerca, por ejemplo, en una oficina, mientras escuchamos música.
La excepción son los auriculares que directamente cancelan el sonido ambiente. Esos son buenos, según la experta, ya que permiten la escucha a un volumen más bajo porque «no hay nada que tapar».
Aclara que, además, existen otras formas de pérdida auditiva no asociadas al ruido como las que se registran a partir del consumo de ciertos fármacos (algunos antibióticos o quimioterapia) que resultan tóxicos para el oído.
Pocas células para toda la vida
Federico Di Lella, jefe del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Italiano, explica que en cada oído interno hay cerca de 3.500 células receptoras. “Se trata de un grupo muy pequeño de células que sufren y van muriendo por distintos factores. Por eso es fundamental cuidarse lo más que se pueda de la exposición al ruido y de los traumas acústicos”.
“La exposición al ruido o a ambientes ruidosos no solo genera este eventual deterioro precoz del sistema auditivo también predispone a cambios en la concentración y en las emociones. Puede incrementar los niveles de estrés, desencadenar cambios hormonales, afectar la frecuencia cardíaca u ocasionar irritabilidad en las personas”, comenta Di Lella.
Y resalta que, a diferencia de lo que sucede con la visión, que uno cierra los ojos al descansar, el oído no para. «Nunca dejamos de escuchar, tampoco cuando dormimos. El sistema auditivo no se desconecta”, concluye.
AS