El fenómeno del explante de implantes mamarios, que consiste en la extracción definitiva de las prótesis sin reemplazo, registra un aumento en Argentina y el mundo. Especialistas locales confirmaron que las consultas por este procedimiento se incrementaron en la última década, especialmente después de la pandemia.
Pilar Velasco, una cordobesa de 34 años que reside en Italia, vivió esta experiencia en primera persona. Después de 15 años con implantes mamarios, decidió quitárselos tras descubrir que uno estaba roto y experimentar síntomas que no asociaba inicialmente con las prótesis.
Reconocen que los implantes mamarios pueden tener efectos secundarios graves
«Me implanté hace más de 15 años, era muy chica, tenía 19. Creo que, como la mayoría de las mujeres, sin tanta información. Fue por una moda y una decisión absolutamente condicionada por el entorno, porque todas mis amigas lo hacían, porque era como el prototipo de la belleza», relató Velasco en una entrevista en el programa Última Pregunta de Radio Continental Córdoba.
El punto de inflexión llegó hace tres años durante un control de rutina. «Me enteré de que una de las prótesis estaba rota y ahí empecé a informarme sobre el tema», explicó. Los médicos le sugirieron no sacarlas porque estaba buscando ser madre, por lo que permaneció tres años con la prótesis fracturada.
Según la última encuesta global de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS), los cinco países con mayor cantidad de cirugías de aumento mamario son Estados Unidos, Brasil, México, India y Alemania. Argentina se encuentra en el octavo lugar del ranking mundial, con alrededor del 2 % del total de procedimientos realizados.
Los síntomas que alertaron sobre posibles complicaciones
Durante ese período, Velasco comenzó a experimentar diversos síntomas que inicialmente no relacionaba con los implantes. «Tenía síntomas como ansiedad, depresión, cuestiones en la piel como eccemas, muchas cosas que yo no las asociaba al implante mamario», describió.
La investigación sobre su condición la llevó a descubrir testimonios de otras mujeres con síntomas similares. «Empecé a leer testimonios que eran como si los escribiera yo y me empecé a preguntar si no sería mejor hacer directamente el explante», recordó.
Estos síntomas podrían estar relacionados con el síndrome de ASIA (Síndrome Autoinmune/Autoinflamatorio Inducido por Adyuvantes), una condición que según un estudio con pacientes con implantes de silicona mostró que casi todos presentaron fatiga (98 %), dolor articular (91 %) y déficit cognitivo (78 %).
La tesis comparó 200 casos de mujeres con síndrome de ASIA tras implantes mamarios de silicona, divididas en dos cohortes: una tratada en Países Bajos entre enero y octubre de 2014, y otra en EE.UU. entre 1985 y 1992. Fue realizado en la Reinaert Clinic de Maastricht y el Baylor College of Medicine de Houston, respectivamente. Publicado en julio de 2016, concluyó que los síntomas clínicos fueron similares en ambos grupos, a pesar de los cambios en los implantes con el paso del tiempo.
Apenas unos días después de su cirugía de explante, Velasco reflexionó sobre su experiencia: “Hoy decidí no tenerlas más y decir: ‘Bueno, que mi cuerpo sea como vino de fábrica‘». Me parece importante que muchas mujeres se replanteen tener esto en el cuerpo, que en realidad no sabemos de dónde viene, ni qué es, ni qué puede provocarnos a corto o a largo plazo. Informarse», concluyó.
Un procedimiento en aumento a nivel mundial
Ignacio Procikieviez, especialista en cirugía general y plástica (ME 21846) en Córdoba, confirmó esta tendencia. «Aumentó la demanda en la última década. Después de la pandemia hubo un crecimiento exponencial», explicó el médico, quien ya realizó aproximadamente 90 casos de explante en dos años.
Las causas que motivan a las pacientes a explantarse son diversas. «Hay pacientes que no han quedado satisfechas con su resultado estético. Hay pacientes que a lo mejor han tenido hace muchos años estos implantes y otras tienen el diagnóstico de que estaban rotos», detalló Procikievic.
A nivel global, la práctica para retirar implantes de las mamas aumentó un 65,3 % entre 2020 y 2024, según la encuesta anual de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) publicada en junio de este año, donde se detalló que ese procedimiento disminuyó un 4,4 % entre 2023 y 2024.
La falta de información previa
Uno de los aspectos más críticos del relato de Velasco es la ausencia de información completa al momento de la colocación original. «A mí nadie me dijo que yo en algún momento podía pasar por esto, que quizás podía tener algún efecto no bueno para mi salud. Nadie me lo dijo», expresó.
La paciente señaló que los médicos no le explicaron que los implantes no duran toda la vida. «Los implantes tienen un tiempo de duración y tienen que cambiarse en la mayoría de los casos. Tenés que entrar al quirófano después de 10, 8, 5 años. Hay chicas que a los meses se les rompen», advirtió.
El médico Procikieviez (MP 37444), en tanto, enfatizó la importancia del consentimiento informado previo a cualquier procedimiento. «Como nosotros le decimos a todos nuestros pacientes, esto es un acto quirúrgico médico y, como tal, no hay que banalizarlo ni subestimarlo; puede tener complicaciones», advirtió.
«Siempre nosotros a nuestro paciente le informamos cómo es el procedimiento, cuáles son las posibles complicaciones. También hay que decírselo, porque como todo acto médico quirúrgico puede tener complicaciones», agregó el especialista.
Síntomas y asociaciones
La relación causal entre implantes de silicona y enfermedades autoinmunes o reumáticas no está demostrada con evidencia sólida. La mayoría de revisiones gubernamentales, como las del Institute of Medicine (2000) o comités europeos y estadounidenses en los años noventa, concluyeron que no existe suficiente evidencia para establecer una asociación causal entre los implantes mamarios y enfermedades del tejido conectivo o autoinmunes.
Algunos estudios más recientes observaron asociaciones estadísticas entre implantes mamarios y un aumento en la incidencia de ciertos trastornos autoinmunes, pero estos no prueban causalidad. Por ejemplo, un estudio israelí (2018) reportó un aumento del 22 % en diagnósticos de enfermedades autoinmunes o reumáticas, incluyendo Sjögren, esclerosis múltiple y sarcoidosis, mientras que un estudio estadounidense en cerca de 100.000 pacientes indicó incrementos en Sjögren, esclerodermia y artritis reumatoide.