Solemos considerar a la Tierra y la Luna como una pareja inseparable, pero no solo no estuvieron siempre juntas sino que del pasado de la segunda se sabe poco. En particular, en lo que concierne a su fecha de nacimiento, tema del que intentó echar luz un reciente paper de la revista Nature, según el cual el único satélite natural que rodea nuestro planeta, la Luna, es bastante más viejo de lo que se creía. Un malentendido de fechas que, aclaran los autores, se habría generado por un fenómeno geológico lunar no reportado hasta ahora.
Lo de que la Luna es más vieja de lo que se pensaba, es según la escala humana. En términos geológicos, el lapso podría resultar irrisorio. Unos 50 millones de años que no son más que un “puchito” en la inmensidad temporal del Sistema Solar, cuya conformación se estima hace 4.570 millones de años, según el consenso internacional del primer elemento sólido detectado.
“Hasta ahora se calculaba que hace 4.500 a 4.460 millones de años -como muchísimo- ya se había terminado de formar el sistema Tierra-Luna, con todo funcionando. Pero los autores de este artículo llevan el origen de la Luna un poco más atrás. O sea que hace 4.540 a 4.530 millones de años ya se tendría que haber estado formando el sistema”, explicó Mauro Spagnuolo, investigador del Laboratorio de Geología Planetaria (IDEAN), instituto que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Conicet.
El título del paper es directo y, en cierto sentido, curioso o gracioso: “La refundición provocada por las mareas hace unos 4.350 millones de años indica que la Luna es vieja”. Lleva la firma de tres expertos de instituciones respetadas. Dos son de las universidades de California Santa Cruz (Estados Unidos) y la Sorbonne (Francia) y uno del Instituto Max Planck, en Alemania.
Recogieron una inquietud que sacude al sector por lo menos desde 2021, cuando otros equipos científicos empezaron a cuestionar la datación consensuada hasta entonces para la generación de la Luna. Partieron de un fenómeno geológico no reportado hasta entonces, que adicionalmente les permitió contestar un par de interrogantes que desde siempre contradijeron la antigüedad atribuida a la Luna.
La Luna y el impacto de Theia
Los expertos en esta materia no son astrónomos sino geólogos espaciales; una disciplina centrada (entre otros) en los ribetes de la evolución de los planetas. El foco en este caso hay que ponerlo en un evento considerado «emblemático» en este mundillo, que es -explicó Spagnuolo- el impacto de Theia.
“A partir del inicio de la formación del Sistema Solar, se calcula que, por ejemplo, Júpiter se podría haber formado en tan solo 5 millones de años o menos, en tanto que la Tierra habría demorado entre 50 y 100 millones de años. En algún momento de ese proceso, un cuerpo del tamaño de Marte, aproximadamente, impactó contra la Tierra: se lo llamó Theia. Es sabido que a partir de ese impacto se formó la Luna, pero lo que se viene discutiendo es cuándo ocurrió todo esto. ¿En qué momento de esos primeros 50 o 100 millones de años?”, se preguntó el científico.
No, la Luna no es un pedazo de ese bodoque que chocó contra nuestro planeta. Lo que había hasta entonces era una “proto-Tierra”, explicó Spagnuolo, que con el impacto liberó una cantidad de materia que terminó conformando el famoso satélite lunar. En otras palabras, la Luna no es otra cosa que una suerte de bolo residual que combinó restos de Theia y de la entonces proto-Tierra.
“En base a distintas rocas volcánicas halladas en la Luna, estos autores deducen que se tendría que haber formado relativamente rápido, en unos 30 millones de años«, dijo Spagnuolo. Lo que sigue es cómo llegaron a esa conclusión.
Marea alta y baja en el magma lunar
Para entender todo esto hay que saber que no solo los océanos crecen y se achican (las famosas mareas altas y bajas) sino que también la superficie terrestre sólida sufre modificaciones, gracias a la relación entre la Tierra y la Luna.
No es magnética -como a veces se piensa- sino una relación gravitacional. Gracias a la fuerza de gravedad, la Tierra atrae a su satélite, y viceversa, lo que genera atracción y retracción de las cortezas de ambos objetos astronómicos, según su grado de cercanía.
Claro que, si bien vemos que las mareas suben y bajan, no percibimos cambios en la superficie sólida, un fenómeno mucho menos evidente porque la superficie dura es menos maleable o permeable a la gravedad. Sin embargo, informó Spagnuolo, “ese movimiento, que en realidad es una deformación, ocurre actualmente y es medible con un GPS”. El científico habló de mareas sólidas.
¿Qué hicieron los autores? Vincularon esa interacción gravitatoria Tierra-Luna (que, como se dijo, deforma las cortezas de ambos objetos astronómicos) con otro fenómeno importante en todo esto: la evolución orbital de la Luna.
Es un dato poco conocido, pero hace millones de años, la Luna orbitaba más cerca de la Tierra que hoy. Y de hecho, como se verá, tiende a alejarse.
Juntando estos dos conceptos, el paper reconstruye la relación entre “la evolución orbital de la Luna y la interacción de las mareas sólidas entre Tierra y Luna. O sea, cómo se fue deformando la Luna a medida que se alejaba de la Tierra”.
Para complicarla con un dato más, “esa deformación genera calor”, afirmó el geólogo. Clarín le preguntó por qué. Él propuso una experiencia: “Si tomás una bandita elástica y la estirás y contraés varias veces, se calienta. Es lo mismo que le ocurrió a la Luna con el alejamiento orbital y la interacción de esas mareas sólidas”.
Por fin, la teoría plasmada en el paper es que, producto del alejamiento del satélite y las mareas, se generó un evento de volcanismo en la Luna. En el paper, todo el evento es nombrado como una “refundición” de la corteza lunar.
Así, mientras la presencia de roca volcánica se ajusta al modelo de datación de la Luna que sostienen estos expertos, el volcanismo, que habría generado una suerte de borramiento de los rasgos de vejez de la Luna, les permite aclarar otras preguntas históricas, como por qué la Luna tiene cráteres más chicos de lo que sería esperable.
Tercera evidencia y más curiosidades de la Luna (de yapa)
Otro de los enigmas de la superficie Lunar (ya desde los 60) es la cantidad de elementos relacionados con el hierro que hay en las rocas lunares. En concreto, por qué la Luna tiene comparativamente mucho menos hierro que la Tierra.
Si bien para Spagnuolo «es un tema no resuelto en este artículo», a los autores les funciona como evidencia para probar la teoría del volcanismo intenso: “Ellos dicen ‘bueno, si efectivamente se produjo un evento de fusión del manto lunar por volcanismo intenso cuando la Luna se alejaba orbitalmente, es lógico que eso haya ayudado a que el hierro, que es más pesado, se vaya al interior de la Luna, y por eso las rocas que vemos están empobrecidas, en ese sentido’”.
Con 50 millones de años más o menos, es un hecho que la Luna no deja de alejarse, dijo Spagnuolo. El dato no debería pasar inadvertido. ¿Se alejará tanto de la Tierra que un día la humanidad dejará de ver la Luna?
Según explicó, “la Luna se aleja cuatro centímetros por año, pero nunca se va a perder. Va a quedar en una posición fija. El tema es que esto se combina con otro fenómeno, y es que la Tierra se está frenando; está frenando su rotación y por eso los días tienden a ser cada vez más largos”.
Así como vemos solo una cara de la Luna (fenómeno ligado precisamente a las mareas), “desde la Luna, alguna vez se va a ver solo una mitad de la Tierra”.
“Si llegara a haber humanos para entonces, solo una mitad vería la Luna. Para la otra mitad de la Tierra, no habrá Luna a la vista”, pronosticó Spagnuolo, y remarcó: “Igual, antes de que eso pase, el Sol está creciendo y casi seguro va a terminar engullendo a Mercurio, a Venus… pero faltan varios miles de millones de años. ¡Mejor disfrutemos del Año Nuevo!”.
Risas aparte, el contexto de desprestigio actual de la actividad científica parece innegable e invita a preguntar cuál es la pertinencia de reportar fenómenos tan alejados de la realidad. Spagnuolo lo explicó: «Quizás ya no tenga tanto sentido hablar de la importancia del conocimiento, pero la exploración espacial ya no es ciencia ficción: hoy se habla de minería espacial, de colonizar la Luna y Marte. El futuro de la economía va a estar estrechamente ligado al espacio, algo que antes hubiera parecido ciencia ficción. Antes hubiera parecido ridículo estudiar fenómenos como el volcanismo lunar o desarrollar este tipo de ciencia básica. Ya no».
PS