En una columna publicada en el diario La Nación, el presidente Javier Milei delineó lo que considera los logros de su gestión y las bases de su modelo económico para devolverle a la Argentina la senda del crecimiento. Sin embargo, su relato plantea interrogantes sobre la efectividad real de sus políticas y los indicadores con los que las respalda.
Milei sostiene que «Argentina al ingresar al siglo XX se encontraba en el lote de los cinco países más ricos del mundo, mientras que para 2023 estábamos en el lugar 113° del ranking mundial de PIB/c, con niveles de pobreza e indigencia del 54,8% y 20,2% respectivamente. Por lo tanto, dichos datos son más que suficientes sobre la importancia del crecimiento económico«. Si bien la caída en los indicadores económicos es innegable, la afirmación ignora los factores estructurales que influyeron en esa evolución, incluyendo cambios en la economía global, crisis internacionales y los efectos de sucesivas políticas económicas locales.
Apelando a los principios clásicos del liberalismo, el mandatario asegura que «ya en 1776, Adam Smith había señalado que la conjunción de mercados libres (la mano invisible y su correlato con los de derechos de propiedad), rendimientos crecientes (fábrica de alfileres), progreso tecnológico, aprendizaje en la práctica (capital humano específico), en un contexto de un Estado mínimo y una política monetaria impoluta (patrón oro), nos traería el ansiado bienestar». Sin embargo, este modelo teórico omite que las economías más desarrolladas del mundo han combinado estrategias de mercado con fuertes regulaciones e intervención estatal en momentos clave.
En un tono combativo, Milei se pregunta: «¿Qué lecciones hemos aprendido para sacar al país del pozo en el que nos ha metido el populismo socialistoide que ha imperado durante el último siglo?«. Más allá de su habitual retórica contra gobiernos anteriores, la generalización sobre un «siglo de populismo» resulta un diagnóstico sesgado. No todos los períodos políticos recientes han seguido un mismo patrón, ni se puede atribuir la crisis económica exclusivamente a una sola corriente ideológica.
Uno de los logros que el presidente destaca con mayor énfasis es la baja del riesgo país: «La reducción del déficit fiscal ha generado una abrupta caída del riesgo país, el cual en el momento del triunfo de La Libertad Avanza se ubicaba en torno a los 3000 puntos básicos, cayó a 1900 en el momento de asumir y hoy, después de un año completo de equilibrio fiscal en la línea financiera, se ubica en torno a los 600 puntos básicos«. No obstante, si bien una menor percepción de riesgo podría atraer inversiones, su impacto en la economía real aún es incierto, especialmente en un contexto de recesión y ajuste del consumo interno.
Finalmente, Milei proyecta que «2024 no sólo haya sido el año bisagra de nuestra historia, sino que, además, simplemente manteniendo lo ya realizado, 2025 será el inicio de la reconstrucción de Argentina para que luego de 40 años volvamos a estar al tope del mundo«. Sin embargo, esta predicción no está respaldada por datos concretos que permitan vislumbrar un despegue inmediato de la economía nacional. A pesar del optimismo presidencial, persisten interrogantes sobre los efectos del ajuste y si las políticas implementadas realmente están sentando las bases de un crecimiento sostenible.
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