El Papa ha instado a condonar o, al menos reducir notablemente, la deuda de los países pobres, para destinar un porcentaje del dinero utilizado en armamento para crear un fondo que ayude a combatir la pobreza y eliminar las condenas a muerte, con motivo del Jubileo de 2025, que arranca este 24 de diciembre.
En su mensaje publicado este jueves para la Jornada de la Paz, que se celebra el 1 de enero y que Francisco entregará el próximo año a todos los mandatarios que lo visiten, el Pontífice ha pedido «tres acciones que puedan restaurar la dignidad en la vida de poblaciones enteras y volver a ponerlas en camino sobre la vía de la esperanza, para que se supere la crisis de la deuda y todos puedan volver a reconocerse deudores perdonados».
En el mensaje para la 58ª Jornada Mundial de la Paz que, instituida por Pablo VI, se celebra el 1 de enero, ha elegido el lema ‘Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz’ y, como pidió Juan Pablo II para el Jubileo 2000, ha instado a llevar a cabo una «reducción consecuente, si no la condonación total, de la deuda internacional, que pesa sobre el destino de muchas naciones»; «la eliminación de la pena de muerte en todas las naciones» y la constitución, con «al menos un porcentaje fijo del dinero utilizado en armamentos» de un «Fondo Mundial que elimine definitivamente el hambre y facilite en los países más pobres actividades educativas y encaminadas a promover el desarrollo sostenible, combatiendo el cambio climático».
Por ello, ha llamado a combatir lo que Juan Pablo II llamaba «estructuras de pecado». «Cada uno de nosotros debe sentirse responsable de algún modo por la devastación a la que está sometida nuestra casa común», ha indicado el Papa, haciendo referencia tanto a la explotación de los recursos naturales como a los conflictos bélicos que azotan al mundo.
«Me refiero, en particular, a las disparidades de todo tipo, al trato deshumano que se da a las personas migrantes, a la degradación ambiental, a la confusión generada culpablemente por la desinformación, al rechazo de toda forma de diálogo, a las grandes inversiones en la industria militar. Son todos factores de una amenaza concreta para la existencia de la humanidad en su conjunto», ha precisado. En este sentido, ha expresado que «se necesitan, por el contrario, cambios culturales y estructurales, de modo que también se efectúe un cambio duradero».
Además, ha recordado que, también hoy, el Jubileo es una llamada a restaurar la justicia de Dios en todos los aspectos de la vida humana, «en el uso de la tierra, en la posesión de los bienes, en la relación con el prójimo, sobre todo respecto a los más pobres y a quienes han caído en desgracia». En este sentido, ha subrayado la importancia de escuchar el «grito desesperado de auxilio» que se eleva desde diversas partes del mundo debido a las injusticias sociales, la pobreza extrema y las guerras. «Dios nunca deja de escuchar», ha apuntado.