Boca está seteado para la crítica. Y más, cuando la expectativa es alta. Nada alcanza, nada es suficiente, todo es cuestionable. Así vive. A veces, así sobrevive. Y en otras, así se autodestruye. Cuando Fernando Gago llegó, al equipo iba derechito a chocarse contra un callejón sin salida, a quedarse otra vez sin nada: sin títulos (fue inevitable) y, lo peor, sin copas. Ni siquiera la Sudamericana, que fue un puñal por la espada en este 2024, estaba asegurada.
Por eso, cuando hoy, ahora mismo, en este momento, se le remarcan al equipo deudas futbolísticas, de consistencia en el juego, de falta de efectividad, incluso de espíritu (que es cierto, las tiene), es sólo por esa razón inicial: porque Boca, en efecto, está más preparado para la crítica que para el elogio.
El DT le devolvió al hincha un Boca con otra identidad. (Marcelo Carroll)
De cualquier otro modo, el ciclo Gago hoy parece difícil de cuestionar. No sólo por los 16 puntos sobre 18 en la Liga que lo resucitaron de otro funeral futbolístico. O por haber llevado al equipo a la puerta de una Copa Libertadores que extrañó horrores todo este año, más allá de que todavía no esté clasificado para la del 2025. También, porque en poco tiempo, en menos de dos meses, en tan sólo 57 días (vale remarcarlo así, porque en Boca el tiempo también se multiplica), logró darle cierta identidad. Una que no tenía, una que había perdido por completo.
Si bien sigue buscando una defensa que le ofrezca las garantías que nunca tuvo, dio con el volante central, potenciando una versión de Tomás Belmonte que se acercó más a la que Boca fue a buscar; encontró frescura en Zeballos, al que convirtió otra vez en esperanza; ahora mismo, después del partido en Rosario, parece haber recuperado a Zenón; y hasta le dio la chance de revivir a jugadores cuyos ciclos parecían acabados por rendimiento y paciencia popular (Pol, Fabra). Así, levantó a un equipo que estaba desplomado en el ring, nocaut. Y hasta se repuso de la piña que le dio Vélez en la Copa Argentina.
Gago vino a curar los males de Boca. Y en eso está.
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