Marcelo Ramal (Política Obrera) ya en dos notas insiste en que tendríamos que haber dejado correr en el Congreso un proyecto de “democratización sindical” promovido por el diputado radical Martín Tetaz. Rescata que allí había puntos por los que siempre peleamos, como el derecho de las minorías a tener representación y los límites a las reelecciones.
Pero en este debate parece necesario distinguir primero lo que se debate y lo que se hace. En su momento, siendo parte todavía del Partido Obrero, también integraron la directiva del SUTNA. Allí, pese a la exigencia de la Agrupación Granate del PTS e independientes que incluyó un petitorio de más de 500 firmas para modificar el estatuto que viene de la época de Wasiejko e impide la representación de las minorías, el planteo recibido fue un sólido NO como respuesta. Hoy día sigue en vigencia ese estatuto y la minoría tiene representación cero (0).
Contrario a esto, desde el PTS en el Frente de Izquierda no solo hemos peleado por el derecho a las minorías en muchos lugares sino que cuando nos fue posible, impulsamos un estatuto que garantiza ese y muchos derechos democráticos para las y los trabajadores.
Desde ya que la reforma de los estatutos no garantiza la democracia sindical, pero permite mejores condiciones para pelear por ellas. Como siempre, se necesita una corriente clasista, revolucionaria, que tenga como estrategia esa pelea y (¡por favor!) la mínima consecuencia para llevarla adelante.
Como se ve, debatimos con un “articulista” que no se hace cargo de que además es dirigente de un “partido”.
Las mentiras
Ramal escribe y dice: “El PTS-FITU no solamente se acopló como furgón de cola del kirchnerismo y del pacto CGT-Milei; en los discursos posteriores al fracaso de la sesión atacó el proyecto radical pero no dijo una palabra contra la burocracia, la regimentación de los sindicatos, la subordinación de ellos a los gobiernos y el peronismo, y el pacto con Milei”.
¡Cuánta impunidad reina en el país! Veamos las palabras del diputado obrero del PTS-FIT, quien en su intervención el martes 26 de noviembre, en la fallida sesión (por falta de quórum) solicitada por Tetaz, dijo: “Desde el Frente de Izquierda siempre hemos planteado duras críticas, hemos enfrentado a la burocracia sindical, y en lugares donde la izquierda ha conquistado sindicatos, hemos planteado reformas de los estatutos contra esos sindicalistas y contra esos métodos mafiosos. Al contrario, para que se exprese la organización y la fuerza de los trabajadores. Pero estamos consciente que esa lucha contra esa podrida burocracia sindical va a ser producto de la organización de los mismos trabajadores, y no de la intervención del Estado en los sindicatos”, y acusó a la burocracia de “entregar a los trabajadores, aplastar los salarios, los despidos, la Ley Bases, el decreto 70/23, a cambio de no salir a la calle. Eso es lo que se está negociando”.
La esquizofrenia al poder
Ramal nos ataca por no apoyar el fallido proyecto de Martín Tetaz, que como dijimos reafirmaba la injerencia estatal y en algunos casos incluso la aumentaba. Lo hace de forma vergonzante, porque dice que no deberíamos haber retirado nuestro propio dictamen, que hubiera significado de manera instantánea la aprobación del pretendido dictamen de Tetaz.
Ahora, saliendo de la vergüenza y pasando a otros problemas, donde la política se declara insuficiente para abordarlos: recordemos que Política Obrera es el mismo partido que nos acusò de forma insólita de votar a favor de la ley de “financiamiento universitario”, que taxativamente disponía un aumento a los y las docentes porque supuestamente “encomendaba” al Ejecutivo a dar el aumento en vez de “obligarlo” (distinción que solo estuvo en la cabeza de Política Obrera). La aprobación de esa ley, que nos cuestiona Ramal, llevó al veto del presidente Javier Milei y de ahí en más, a un proceso de cientos de tomas de facultades en todo el país. Los miles de jóvenes que tomaron universidades, por suerte, no siguieron el consejo del articulista.
Es raro: el partido que quiere que apoyemos una ley junto con derechistas confesos y orgullosos, donde se reafirma la injerencia estatal sobre los sindicatos y la “libertad” para los negocios de las prepagas, es el mismo que nos acusa por votar una ley progresiva que hubiera significado una mejora para los ingresos de la docencia universitaria.
Una política independiente y consecuente
El proyecto de la derecha tenía los puntos que contamos en esta nota y otros más como el de “ficha limpia” para los sindicatos. Prueba para los articulistas y personas en general: quiénes creen que tienen más posibilidades de ser procesados y de perder derechos sindicales, ¿los burócratas o los activistas? Mejor, no lo diga.
Así y todo, Ramal nos dice que deberíamos haber dejado correr el dictamen de Tetaz y grita una verdad en forma de espada, o como “un hachazo invisible y homicida”, al decir de Miguel Hernández: si no se apoya el dictamen que era un paquete con todos los cambios juntos, sigue la ley reaccionaria de Asociaciones Profesionales y ustedes (sí, ustedes) la apoyan junto con la burocracia. Ergo el que no vota el cambio de Tetaz, piedra libre: está con la burocracia.
Pero nadie en su sano juicio puede creer que rechazar algo que se propone como cambio es un aval a lo que existe. Si fuese así, rechazar toda medida que signifique un cambio lo convierte a uno en oficialista del pasado. Una paparruchada.
Política Obrera quería que apoyemos la reforma de la derecha de la mano de Tetaz. Nos oponemos a eso. Consideramos desde ya -y así lo planteamos en las diversas reuniones de Comisión- que las transformaciones de las organizaciones sindicales son más que urgentes, pero son una tarea de la clase trabajadora, empezando ob-via-men-te por terminar con la Ley de Asociaciones Profesionales.
Para ello hay que desarrollar una militancia clasista en los sindicatos, y cuando se recuperan algunos de ellos apostar a transformarlos para que reine la democracia sindical y la independencia. En eso andamos desde el PTS.