Si a Punta del Este se la conoce en el mundo como «la Ibiza sudamericana», se puede decir que acaba de hacerle honor a su fama. Por primera vez, y en noviembre, lo que anticipa que del otro lado del charco el verano 2025 será marítimamente más populoso que nunca, fondean en simultáneo tres yates de ultra lujo y fama mundial que son «el» comentario esteño.
Game Changer es una de estas tres embarcaciones que redefinen la navegación y la aventura glam en la Bahía de Maldonado. Su valor de venta supera los 100 millones de dólares, al igual que el yate Rocinante, otro de los lujos náuticos que están en Punta, y bastante menos que Octopus, que también flota en el Este y se describirá en esta nota.
Con 72,15 metros de largo y un diseño impecable del astillero holandés Damen Yachting, la web especializada en cruceros privados yachtcharterfleet.com define al Game Changer primero por lo más tangible -«no es solo un yate«- y, segundo, por lo que transmite al verlo desde la orilla -«una experiencia en sí misma«-.
Según pudo saber Clarín de fuentes del puerto de Punta, esta embarcación fondeó el 19 de noviembre, previo paso por Montevideo. Galardonada y con interiores diseñados por Struik & Hamerslag, «se presenta como la opción perfecta para quienes buscan lujo y exploración a gran escala», detalla esa publicación.
Justamente, se alquila en Ibiza (al igual que en Bermudas y otros puntos del Caribe).
Entre sus características más destacadas, el Game Changer tiene un centro de buceo certificado PADI 5 estrellas (la plataforma abordo y los equipos, hasta para 12 personas, que permiten bucear de forma profesional o turística) y un helicóptero Airbus para seis personas.
Además de un helipuerto extra, tiene una amplia colección de juguetes acuáticos y tecnología visual de última generación para hacer imágenes en tierra y bajo el agua. «Todo esto lo convierte en una plataforma ideal para expediciones y charters enfocados en la vida silvestre».
En su interior, el yate ofrece espacio para 17 invitados distribuidos en ocho suites de lujo, que incluyen una habitación principal, dos cabinas dobles y cinco cabinas twin. Además, tiene tres cabinas para personal de apoyo y capacidad para alojar a 16 tripulantes, una exigencia propia de alcanzar un servicio de excelencia.
El Game Changer está equipado con un gimnasio de última generación, Wi-Fi de alta velocidad y aire acondicionado, garantizando comodidad en cada momento. Además, su helipuerto permite un traslado ágil y sofisticado entre tierra y mar.
Con bandera de las Islas Marshall, un país de Oceanía, fue construido con un casco de acero y una superestructura de aluminio. El yate está impulsado por cuatro motores MTU, lo que le permite alcanzar una velocidad máxima de 20 nudos (37 km por hora) y un alcance de 4.155 millas náuticas, gracias a tanques de combustible de 340.000 litros. Con estabilizadores a bordo, el viaje es placentero incluso en aguas agitadas.
Si se hace foco en los juguetes de agua, además de wakeboards, esquís acuáticos, kayaks y equipos de pesca, tiene hasta un mini submarino. También incluye un Intrepid Tender, una lancha de lujo de 12 metros, para acercarse a la costa de manera elegante y cómoda.
Haciéndole competencia, flota Rocinante. El navío, de 78,50 metros, fue diseñado en 2008 por Espen Oeino y construido en Alemania por la empresa Lurssen. Puede alcanzar una velocidad de 18 nudos (33 km por hora) y permite el confort de 18 pasajeros y 25 tripulantes. Llegó a Punta este miércoles, desde Mindelo, en Cabo Verde, Brasil.
Cuenta con seis helipuertos, seis suites de lujo, sala de cine, jacuzzi, gimnasio, sistema avanzado de telecomunicaciones, spa para 16 personas, salón de masajes y su propio salón de fiestas.
Originalmente fue un encargo del magnate inmobiliario Jeffrey Soffer, pero debido a lo que la prensa náutica definió como «restricciones financieras», en 2010 pasó a manos del multimillonario mexicano Emilio Fernando Azcárraga Jean, CEO de Televisa.
Pero el principal, la verdadera reina de este juego de tronos marítimos, es el mega-yate Octopus, que en la mañana del jueves seguía anclado frente a Playa Mansa.
La legendaria nave (tiene 126 metros de eslora y es el yate deportivo más grande del mundo), que tiene bandera de las Islas Caimán perteneció al cofundador de Microsoft, Paul Allen, y hoy es propiedad del empresario farmacéutico sueco Roger Samuelsson, dueño de SHL Healthcare.
«Llegó con 60 tripulantes. El único pasajero del Octopus abordó en Punta del Este, para partir hacia el sur. Va a la Antártida. No hay que olvidar que también es una embarcación rompe-hielos», dijeron a Clarín fuentes portuarias. Oficialmente, según la planilla, para la tarde del jueves el yate ya habría abandonada las aguas uruguayas.
Entre sus características, como describió el periodista Marcelo Gallardo en diálogo con fmgente.com.uy, se destaca que hoy es el octavo yate más lujoso del mundo. Tiene capacidad hasta para 26 pasajeros en 13 camarotes de lujo, más 30 cabinas para alojar a la tripulación.
El Octopus cuenta con un helipuerto para dos helicópteros, una piscina con fondo de cristal y el submarino, Pagoo, que puede hacer conocer las profundidades del agua hasta a 10 personas a la vez. Dentro de la historia de Pagoo, se remarca que fue crucial en el descubrimiento del naufragio del acorazado japonés Musashi, ocurrido en la Segunda Guerra Mundial.
Además de cine, abordo hay un estudio de grabación, un gimnasio y un spa. En una de las ocho cubiertas hay una cancha de basquet, y una segunda piscina enorme. El Octopus puede alojar siete lanchas y también tiene un centro de buceo profesional.
PS