sábado, 7 diciembre, 2024
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La Patagonia rebelde, la película que el destino unió a Perón hasta su último día

Después de dos meses de idas y vueltas, finalmente el 13 de junio de 1974, La Patagonia Rebelde, anunciada como “la película del año”, pudo estrenarse en Argentina. 

La cinta dirigida por Héctor Olivera y producida por Aries Cinematográfica (sociedad de Olivera y Fernando Ayala) se las había visto negras. A pesar de que tenía fecha de estreno para abril de ese año, la influencia de la cúpula militar llegaba incluso a José “el Brujo” López Rega.

El organismo censor de la industria del cine argentino del onganiato, el Ente de Calificación Cinematográfica, que el director militante  Octavio Getino había intervenido durante 90 días, no había podido todavía evadir del todo el control feroz que las Fuerzas Armadas ejercían sobre el séptimo arte. 

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Y mucho menos, en la película de Olivera, basada en Los Vengadores de la Patagonia Trágica, texto que revelaba la investigación del escritor Osvaldo Bayer sobre el fusilamiento vergonzoso de obreros huelguistas en Santa Cruz y alrededores, ocurridos entre 1918 y 1922, durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen.

Héctor Alterio, en su papel del teniente coronel Zavala, en la escena final de La Patagonia rebelde.
La Patagonia Rebelde. Héctor Alterio en el papel del Comodoro Zavala.

La junta militar de facto, a través del Ministro de Defensa Angel Robledo, estaba especialmente decidida a que no volviera a salir a la superficie el tema de la represión patagónica que la presidencia de Marcelo T. de Alvear había finalmente logrado sepultar en cierto olvido. 

Particularmente, porque el teniente general Leandro Anaya, entonces comandante en Jefe del Ejército, era nada menos que sobrino de otro Anaya, Elbio Carlos Anaya, uno de las dos cabezas militares al mando de los dos cuerpos del Regimiento 10 de Caballería que se cargaron al hombro la primera masacre cometida por el Ejército Argentino durante una democracia. El otro protagonista de la campaña al desierto del siglo XX había sido el teniente coronel Héctor Benigno Varela.

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Hugo del Carril y Mario Soffici presidían el Instituto Nacional de Cine, durante la gestión de Héctor J. Cámpora. Hostigado por la derecha lopezreguista, en enero de 1974 la voz de Los muchachos peronistas (1949) renunció a su cargo, pero no se fue sin dejarle a su líder una Ley del Cine que nunca se trataría y la propuesta de una primavera cultural que le estaba faltando a la industria nacional. 

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La Patagonia Rebelde, dirigida por Héctor Olivera, sobre el libro de Osvaldo Bayer.

Efectivamente, en los últimos años, la cinematografía local había sido casi colonizada por empresas extranjeras, tan influyentes como para hacerse con el 93 % de las películas exhibidas y casi la mitad de las distribuidoras. 

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Del Carril le recordó al líder de los trabajadores que varias cintas argentinas habían logrado últimamente sacarse de encima el estigma de la clandestinidad y al fin se liberaban a la exhibición. 

La hora de los Hornos (Getino y Solanas, 1968), El camino hacia la muerte del viejo Reales (César Vallejo, 1968), Alianza para el progreso (Julio César Ludueña, 1971), La familia unida espera la llegada de Hallewyn (Bejo, 1971), Puntos suspensivos (Edgardo Cozarinsky, 1971); Operación Masacre (Jorge Cedrón, 1972), Los traidores (Gleyzer, 1973), etc habían comenzado a romper el hielo.

Perón le alzó el pulgar y el 10 de junio pidió al Ente de Calificaciones que le abriera las compuertas a esta joyita del cine local»

El affaire de la Patagonia trágica ya era un debate que saltaba de los medios a la Cámara de Diputados e incluso a una proyección a puertas cerradas en el Comando en Jefe del Ejército.

En este “ser o no ser” del cine nacional, terminó de decidir la pulseada la intervención de Juan Domingo Perón. 

La Patagonia rebelde que el destino unió a Perón

Junto con “la maravillosa música del pueblo” llegó a oídos del Presidente, la noticia de la espada de Damocles que aún pendía sobre La Patagonia rebelde, que en Semana Santa habían bajado de la cartelera.

Trascendió en su momento –y lo confirmaría el mismo Osvaldo Bayer- que el líder pidió verla en el microcine de la Quinta de Olivos y que no se dejó “engañar” por los artilugios de “el Brujo” que quiso disuadirlo cambiando las latas de 35 mm de Aries Cinematográfica por un policial del francés Yves Montand.

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Santa Cruz 1918-1922. En la Semana Trágica murieron entre 500 y 1500 personas, según investigó Osvaldo Bayer. 

Aunque aparentemente cuestionó la línea histórica de los sucesos de la Patagonia trágica, el entonces presidente valoró el respaldo que el gobernador afín de Santa Cruz, Jorge Cepernic, le había dado al rodaje abriendo como sets de filmación sitios históricos de su provincia que habían sido testigos de las luchas obreras. Con eso a favor, Perón le alzó el pulgar y el 10 de junio pidió al Ente de Calificaciones que le abriera las compuertas a esta joyita del cine local.

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Y sucedió, sí. Para Olivera y Ayala era “el triunfo del pueblo”. Al estreno en el cine Broadway asistieron Luis Brandoni, Pepe Soriano, Héctor Alterio, Federico Luppi y Tita Merello, entre otras personalidades. La película fue un exitazo y trepó al quinto puesto de lo más visto entre su estreno del 13 de junio de 1974 y el 2 de octubre, fecha en que desapareció nuevamente de la cartelera. Hasta entonces, el film basado en los dos primeros tomos de la investigación de Bayer había sido visto por casi 380 mil espectadores porteños y un total de 1.200.000 en todo Argentina.

Y entre el estreno y la despedida de los cines, sucedió algo increíble. Una vez más, el destino unía La Patagonia Rebelde con Juan Domingo Perón. 

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Su repercusión fue tal que la película fue seleccionada para participar de una muestra paralela en el Festival de Berlín. Su fecha de exhibición en el Zoo Palast de la ciudad alemana fue el 1 de julio, justo el día en que Perón murió, tres días antes de que el mayor referente vivo del radicalismo, Ricardo Balbín, despidiera a “un amigo”. 

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Patagonia Trágica. Los obreros exigigían descansar un día a la semana, más velas y alimentos, no compartir entre más de tres un cuarto de 16 m² y cobrar 100 pesos al mes. No recibieron nada de lo acordado.

La delegación argentina se enteró de la noticia del deceso cuando concluyó la proyección y el cineasta Rodolfo Kuhn, presidente del jurado, decidió que todos regresaran a Buenos Aires, sin discursos pero llevándose a casa el Oso de Plata de la Berlinal que habían ganado, para llegar a tiempo a las exequias fúnebres

Muerto el mejor defensor de La Patagonia Rebelde, el destino del film volvió a ser incierto y reingresó a la lista negra del Ente de Calificación Cinematográfica que había remozado el odiado censor Miguel Paulino Tato.

La Triple A que había hecho nacer el titiritero López Rega amenazaba de muerte a muchas figuras del mundo del espectáculo. Hugo del Carril, Osvaldo Brandoni, Héctor Alterio y Osvaldo Bayer, figuras involucradas con la ficción y reconstrucción de la rebeldía patagónica eran algunos de ellos.

El 27 de junio de 1975 La Patagonia Rebelde llegaba a las salas de Alemania Oriental; en octubre de 1976, al Chicago International Film Festival y el 5 mayo de 1977, al New  York City de esa ciudad de la costa Este de Estados Unidos.

 

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