mayo 26 09:59 2024 Imprimir noticia
El Gobierno no recibe más fondos extras y la coparticipación está en retroceso por la recesión. Hay preocupación en la «Casa de las Tejas» por la proyección económica del año. La ansiedad colectiva que el Gobierno no sabe leer, el efecto teflón, la poca representatividad de gremios y la lupa en Misiones.
La crisis en Misiones, el aumento a los estatales riojanos, la credibilidad del Gobierno, la sensibilidad social y la falta de paciencia, los fondos enviados por el Estado nacional, el efecto teflón y la inflación. Todos esos ítems forman parte de un complejo entramado donde lo económico, lo político y lo social se mezclan e inter condicionan.
En esta semana que termina esas palabras se cruzaron y le dieron el marco al tema que sigue siendo el más importante de los últimos tiempos: el dinero y el poder adquisitivo.
De acuerdo a lo anunciado por el Gobierno provincial, el aumento salarial rondará los $80.000 por trabajador estatal pero recién se aplicará plenamente en julio, con el sueldo de junio. De esta manera, el salario mínimo de un empleado público alcanzará los $390.000 en el séptimo mes del año. Una cifra que implicará una suba del 110,8% con relación a los $185.000 en los cuales se encontraba en el pasado mes de diciembre.
Mientras tanto, la inflación entre enero y abril se ubicó en un acumulado del 61,3%, restando conocer los datos de mayo y junio para saber si los empleados públicos que menos cobran estarán por encima del proceso inflacionario o no.
Sin embargo, tampoco se puede pasar por alto que en diciembre la inflación tuvo su pico más alto y que en abril en La Rioja la Canasta Básica Total superó los $764.000. Es decir, que en julio una pareja de dos empleados públicos de planta permanente que cobren el salario mínimo no logaría que su familia esté por encima de la línea de la pobreza. En el caso de los precarizados la comparación es todavía más elocuente de la horadación del poder de compra.
La medida ocurre mientras los fondos nacionales están en uno de sus peores momentos en años.
Desde el comienzo del 2024 el envío de recursos por coparticipación nacional de impuestos oscila mensualmente entre los $43.000 y los $44.000 millones (mayo –que siempre es el mejor periodo de la recaudación nacional- cerró por encima). Al mismo tiempo, el proceso inflacionario lleva un acumulado en ese periodo de tiempo por encima del 60%. De esta manera, la Provincia recibe la misma cantidad de dinero pero al Estado provincial los insumos que compra le cuestan más caros.
Mientras tanto, el gran gasto del Estado son los salarios estatales.
La grilla salarial completa le implicaba al Gobierno provincial al comienzo del año unos $20.000 millones, con el segundo aumento salarial se ubicó en los $32.000 millones y con lo anunciado esta semana se llegó a los $42.000. Es decir, que en este 2024 se incrementó un 110% en el primer semestre del año.
En ese contexto, hay un error que el Gobierno provincial repite desde hace mucho tiempo: no lee correctamente el nivel de ansiedad colectiva que rige en estos tiempos de redes sociales e híper conectividad.
El anuncio del incremento salarial comenzó a trascender en los medios de comunicación varios días antes de que se concrete y la expectativa sobre el monto y la modalidad fue creciendo con las horas y los días.
Está claro que anunciar la medida el miércoles junto con la determinación para las fuerzas de seguridad o hacerlo el jueves a la noche como se hizo en “Canal 9”, no le cambió la economía a nadie ni tuvo ningún impacto en la vida financiera del Estado provincial.
Sin embargo, en tiempos de “ansiedad social colectiva”, con redes sociales que disparan especulaciones de todo tipo, con un profundo proceso de falta de credibilidad de la clase dirigente y con el agravante de la gran pérdida de poder adquisitivo que provoca el proceso inflacionario que se aceleró en estos últimos cinco meses, cada minuto que pasa vale más que 60 segundos porque deja espacio para el incremento del malestar colectivo.
A eso se suma que se anuncia una medida cuya primera parte se aplicará dentro de dos semanas (con el adicional de la “quincenita”) pero el tramo sustancial recién estará en los bolsillos en 40 días. En otro momento puede no parecer tanto tiempo y hasta dar previsibilidad a las cuentas provinciales y de cada una de las familias de los estatales, pero en medio de la inflación actual ese lapso parece eterno.
Desde los tiempos de la Pandemia y el Aislamiento Obligatorio, la “Casa de las Tejas” tiene problemas para entender que la dinámica social actual demanda en ciertos temas una premura que no admite dilaciones y requiere mucha claridad en la comunicación y en la ejecución.
Estamos en medio de un clima de época global en donde se observan sociedades enojadas y polarizadas (son pocos los casos en el mundo de Gobiernos que logran reelegirse en los cargos) y las administraciones estatales transcurren en un camino muy angosto, en donde cada movimiento deriva en la posibilidad de caerse.
No fue casual el “apuro” del Gobierno por anunciar la medida y la palabra clave es Misiones. En los más altos despachos de la Casa de Gobierno venían mirando con especial recelo y atención lo que estaba ocurriendo en la provincia mesopotámica.
“El ajuste lo hace la Nación, que encima asfixia financieramente a las Provincias, pero el costo social lo paga cada Gobierno local y ni hablar del costo político. Fijate que no es un problema nuestro, en todos lados reclaman lo mismo por los sueldos y siempre el reclamo es hacia las Provincias”, explicaba esta semana una persona de diálogo casi diario con el Gobernador.
Aquí aparece lo que algunos politólogos llaman el “efecto teflón”.
Todos los rubros de la economía riojana y argentina caen a niveles impactantes, el desempleo y la pobreza crecen, aumenta el “dólar blue” y los precios no dejan de subir. Mientras tanto, el Gobierno nacional organiza un estrambótico show en el Luna Park y el presidente no parece sentir el impacto en su imagen pública. Las encuestas siguen mostrando que quienes lo votaron lo volverían a hacer. Milei por ahora es de teflón.
Volviendo a lo local, tampoco se puede dejar de mencionar la falta de representatividad de los gremios estatales. Hace años que la discusión salarial los tiene absolutamente excluidos y eso que debería ser algo ilógico, ya está totalmente naturalizado por ellos y hasta por sus propios representados.
Haciendo la salvedad de los sindicatos de Educación y de Salud, en el resto de los ámbitos las asociaciones gremiales parecen haber quedado reducidas a ser mutuales que financian compras antes que instituciones que defienden los intereses de los trabajadores reclamando por sus salarios. A pesar de que hace años los empleados públicos se quejan de sus sueldos: ¿Hace cuánto tiempo no hay una medida de fuerza o movilización significativa por parte de los estatales?
El oficialismo provincial enfrenta una clara encrucijada.
En términos reales recibe menos plata que antes, la obra pública nacional está paralizada, la demanda de alimentos en las áreas sociales estatales crece día a día de la mano de la crisis, la recesión está provocando centenares de despidos en el Parque industrial y los estatales quieren mejores sueldos.
No son aguas calmas las que deberá navegar la segunda gestión de Ricardo Quintela en la “Casa de las Tejas”. Enfrentado políticamente con la “Casa Rosada”, con menos recursos y con una recesión económica que crece semana a semana. Habrá que ser muy buen piloto y ajustar todos los detalles, porque el margen para cometer errores es mínimo, el clima social no permite equivocaciones.