Javier Milei, como todos sabemos, interpreta un estilo discursivo muy particular. Son manifestaciones plagadas de exabruptos. Él mismo dice: “Muchas veces me pongo intenso”. Casi que se burla de sí mismo. Hace también chistes e imitaciones. Hay una especie de histrionismo que por momentos oculta ideas bastantes interesantes que podrían predecir lo que está pensando y hacia dónde quiere ir, como si hubiera debajo de esa cabellera conceptos escondidos que, por su peculiar expresividad, quedan velados. Me gustaría recortar un pasaje del largo discurso que él pronunció la semana pasada en la Fundación Libertad. El Presidente estuvo ahí, en una presentación muy larga donde había infinidad de políticos. Estaban Mauricio Macri, Luis Lacalle Pou, José María Aznar; también había ministros y empresarios. Y él, a lo largo de ese discurso, pronunció el siguiente pasaje, que creo pasó algo inadvertido y esconde algo interesante sobre cómo está mirando la economía y el futuro de su gobierno: “La estafa no es la inflación. La verdadera estafa es el señoreaje. Es la emisión monetaria la verdadera estafa. Yo les hago una pregunta. Si ustedes tuvieran una economía en crecimiento y el Banco Central emite acorde al crecimiento de la demanda de dinero como consecuencia del crecimiento de la economía, ¿qué es lo que sucede? La inflación es cero. ¿No hay estafa ahí? En realidad sí hay estafa porque si no hubieran emitido, hubiera deflación. Es decir, la deflación es algo sano. Para los clásicos, que se dedicaban a mirar todo el día lo que pasaba en la economía y luego escribían, para ellos no era un problema. Lo que pasa es que cuando hay deflación, hay algunos que ganan y otros que pierden. Recomiendo la lectura del libro de Philipp Bagus ‘Defendiendo la deflación’”.
¿Qué está diciendo Milei? Él sostiene que habitualmente se cree que el problema es la inflación derivada del exceso de emisión monetaria. Entonces se piensa que si llegáramos a la inflación cero y la economía comenzara a crecer sanamente, se podría ir expandiendo la masa de moneda para acompañar ese crecimiento, y esa emisión no generaría inflación. Iría, por el contrario, a la par del crecimiento del producto. Por lo tanto sería una emisión de moneda tolerable. Él considera que no, que también ahí habría una estafa. El problema no está en la emisión que genera inflación, el problema está en la emisión misma. Si la economía creciera, habría que suspender la emisión de todas maneras e iríamos a la deflación. Y acá está la novedad. La deflación es buena, debe ser un objetivo, insiste Milei. Por eso recomienda el libro “Defendiendo la deflación”, fenómeno que implica un monumental ajuste sobre la economía en pesos. Esto hace juego con otro pasaje de este discurso de Milei donde dice: “Al Banco Central (BCRA) ya lo voy a agarrar, no se me va a escapar porque quiero cumplir con aquella idea de terminar con el BCRA”. Esto implica prohibir la emisión monetaria y dejar constante una cantidad muy reducida de pesos. Esta expresión también es potenciada por otra más de Milei en su discurso en la Fundación Libertad: la gastada a Carlos Melconian. Él dice “hay uno que me decía cómo me vas a ofrecer fideos con tuco si no tenés fideos ni tenés tuco”. Es decir, no podes dolarizar porque no tenés dólares. Y Milei se burla de esa idea. Uno superficialmente pensaría que es una burla improcedente, porque Melconian tenía razón. Pero daría la impresión de que él lo sigue cargando porque está pensando todavía en dolarizar. ¿Cuál es el punto? En el discurso que pronuncia Milei en la Fundación Libertad, queda bastante claro que está elaborando, todavía no sabemos con qué nivel de detalle y meticulosidad, una idea: ir a una economía con poquísimos pesos y modificar las normas que permitan el uso de dólares que la gente tiene en el colchón o que lleguen de las exportaciones. Eso, en la cabeza de Milei, es un paso muy importante hacia una economía dolarizada donde, si los pesos son muy pocos, probablemente se aprecien más. Con una moneda muy aparecida, el tipo de cambio se apreciaría mucho también. Tendríamos un peso muy fuerte y, probablemente, las empresas tendrían problemas para pagar los salarios porque aumentarían en dólares, lo que haría que para competir habría que ser muy productivo. Por eso dice “algunos mueren y otros sobreviven en la deflación”. ¿Está pensando Milei en esta economía? ¿Está pensando en un ajuste ultra ortodoxo? ¿Ya conocen en el FMI ésta idea de Milei? ¿Les gusta en Washington ésta economía tan poco flexible? ¿Qué quiere decir todo esto? Que Milei está pensando en la segunda fase de su programa económico, que tiene que ver con un ajuste todavía más feroz de la economía. Una economía que él supone se va a recuperar por la misma virtud del ajuste que está realizando.
Hay una novedad durante estos días que, si se verificara, sería muy importante y con la que podría explicarse la euforia que tiene el Presidente cuando habla en público. Un reciente gráfico elaborado por la consultora Alphacast, que trabaja como una productora de datos y es liderada por Luciano Cohan, revela cuál fue el comportamiento de la inflación y la inflación núcleo durante las últimas cuatro semanas. Según expuso Cohan sobre los resultados del análisis, la inflación núcleo fue igual a cero en ese período. Esto estaría justificando algo que afirmó ayer Milei en una entrevista que le hizo Horacio Cabak en LN+. “Ya empieza a ver signos de recuperación de salario”, dijo. Si el comportamiento de la inflación es el que señala Cohan, para lo que son bienes habría una pequeña pero alentadora recuperación del salario real, del poder adquisitivo. Hay economistas que, consultados respecto de este gráfico, creen que es muy exagerado que la inflación núcleo haya sido de cero en las últimas cuatro semanas. Aseguran, sin embargo, que no es disparatado pensar que la inflación núcleo se movió 3%, lo que implica, si las paritarias se siguen celebrando con el ritmo que el Gobierno imprime, una recuperación del salario para los próximos meses. Esta es la plataforma conceptual desde las que están mirando el proceso económico aquellos que dicen que esto va a salir bien. Afirman que por el mismo dramatismo del ajuste, va a haber una recuperación. La caída de la inflación es en sí misma virtuosa y genera una dinámica de rebote. En esto cree el Gobierno.
Hay otra voz que mira lo mismo y dice otras cosas. Un gráfico de barras confeccionado por el economista Fernando Morra de Suramericana Visión pone la lupa sobre la dimensión del ajuste de Milei y el nivel de caída del gasto en términos reales del primer trimestre en contraposición con el mismo trimestre de 2023. Y también compara marzo contra marzo del año pasado. En el gasto primario hubo un ajuste del 35%, una barbaridad. En el mes de marzo, en particular, fue del 29%. Esto quiere decir que marzo es menor al promedio de los tres primeros meses. El Gobierno desaceleró la motosierra y la licuadora. En materia de prestaciones sociales, que incluyen jubilaciones, la caída fue del 27% en los primeros tres meses. Esto explica gran parte del ajuste de Milei, que está basado en la licuación de jubilaciones, suspensión de prestaciones sociales y licuación de los salarios del sector público. Luego, en subsidios, hay un recorte en 46%, brutal también, en el primer trimestre. En marzo fue del 21%. Estos de marzo son los subsidios que el Gobierno sigue manteniendo por miedo a un tarifazo que pegue demasiado al índice de inflación. En relación con las transferencias a provincias, no se tocó nada. Tanto en los primeros tres meses como en marzo, hubo un 76% de caída. ¿Pasará algo a partir de estas negociaciones por la ley que va a salir esta madrugada por el Congreso, que implica toda una negociación de Guillermo Francos con las provincias? Veremos. Tampoco se ha movido en obra pública, donde en el trimestre y en marzo quedó en 87% de recorte. El estudio muestra además otro dato interesante: las transferencias de universidades cayeron un 25% en el primer trimestre. Esto explica el discurso del sector universitario que provocó la marcha del martes pasado. En marzo, por su parte, fue del 18%. Esto se debe al giro de fondos que las autoridades universitarias insisten en que todavía no se concretó.
¿Qué plantea este gráfico? Dos cuestiones principales, que son las que observan los que no coinciden con el discurso del Gobierno. En primer lugar, dan a entender que el mantenimiento del equilibrio fiscal no va a ser tan fácil porque este ajuste implica una gran caída en la recaudación, sobre todo de los impuestos que tienen que ver con la actividad. Entre ellos, el impuesto al cheque, el IVA, Ganancias. Al recaudarse menos, para mantener el mismo superávit fiscal que intenta mantener el Gobierno, hay que ajustar todavía más los gastos. Y es muy difícil ir más abajo. En realidad, están yendo más arriba. Están gastando más, o ahorrando menos, o recortando poco. La otra razón es que los que miran este cuadro se preguntan: con semejante ajuste fiscal, tenemos una recesión pavorosa. ¿De dónde va a agarrarse la economía para salir? ¿Cuál será el motor de la recuperación que promete Milei? ¿El salario real? ¿Habrá una recuperación del poder adquisitivo tan grande como para que el consumo permita salir? ¿Quién va a invertir si hay mucha capacidad instalada ociosa? Esta es una pregunta que esconde el dilema político, esconde la discusión política.
Hay que mirar el gráfico de Índice de Confianza en el Gobierno que publicó la Universidad Di Tella como todos los meses. En el mes de abril da 2.45, en un índice que va de 0 a 5, con una caída de 4.4% respecto del mes anterior. Si se mide de 0 a 100, estaríamos con 4.4% menos. Lo que se desprende del gráfico es que hubo una gran recuperación en la confianza del gobierno con la llegada de Milei, impactante, pero empieza a haber una caída. Es el primer trimestre que tiene que ver con el ajuste fiscal.
Con otro gráfico realizado por el economista Fernando Marull podemos analizar cuál es el costo político de esa caída. En este se compara cómo fue la luna de miel, o los primeros cuatro meses, de los distintos gobiernos, midiendo el índice de confianza de la Universidad Di Tella. Mauricio Macri, comparado con Milei, arrancó más abajo que él y tuvo una gran subida. Incluso en números lo superó. Lo mismo ocurre con Néstor Kirchner, que arrancó desde más abajo que ambos y tuvo una gran trepada que se mantuvo en altos índices. El éxito de Kirchner fue esa confianza, que tiene que ver con toda la recuperación de la economía después del ajuste que le dejó ya hecho Eduardo Duhalde. En los dos mandatos de Cristina tuvo un salto de confianza al inicio, pero mucho menor que el resto. En especial en su segundo mandato empezó muy arriba y cayó de forma continua. Por último, Alberto Fernández tuvo un pico impresionante, solo equiparable al de Néstor, durante la pandemia, pero luego se dilapidó. En ese momento tuvo de imagen y confianza un 80%. Los niveles de Milei empiezan a bajar, en medio de una luna de miel se va enfriando, perdiendo encanto.
Sin embargo, no hay que confundirse. Hay una oposición que entiende que la marcha del martes pasado fue el comienzo del disgusto con la economía de Milei. ¿O esa marcha estuvo motivada por razones propias? Muchos jóvenes dicen: “Estamos tan mal, que por eso votamos a Milei y ahora nos viene el fantasma de que nos pueden cerrar la universidad y al cerrarla, también se cierra el camino hacia un destino mejor. Sobre todo para gente que vive en condiciones más modestas y sufridas que sus propios padres. Tal vez tenga que ver más con esto esa manifestación, que con el comienzo del descongelamiento de la situación que mantiene a Milei en niveles de popularidad super aceptables.
Lo que está en discusión, como siempre pasa en la vida y mucho más en la política, es el tiempo. El timing. La velocidad de los fenómenos. Milei dice que dentro de muy poco se verán signos de recuperación del salario: “Ya viene la recuperación”. Y, ¿qué viene con la recuperación? Según la fantasía que él mismo confiesa, vendría un gran poder político. Por eso dice que no le preocupa si adhieren o no al Pacto de Mayo y la Ley Bases. “Los voy a aplastar el año que viene”, dijo en el Llao Llao, en una reunión de empresarios hace dos semanas. Por el contrario, la oposición piensa que no, que ahora viene el enfriamiento. Anticipan que aquella línea de popularidad se mostraría más declinante y que la gente se va a empezar a enojar, y que entonces llegará el momento adecuado para enfrentarlo.
Hay un tiempo que tiene que ver con la política, pero otro que tiene que ver con la economía. Sin embargo, todo es una discusión sobre el tiempo. Para que esto se acelere como quiere Milei, el Presidente tiene que emitir los mensajes que emitió en la Fundación Libertad o en el Llao Llao.
Al día siguiente de la comida en la Fundación Libertad hablé con un político muy clásico. Un dirigente que uno identificaría con la casta, para ponerlo en términos de Milei, que fue a la reunión, observó todo, y me planteó: “Ese señor entiende lo que está buscando. Fue con la mira telescópica a apuntarle a los empresarios y decirles que inviertan ahora porque se van a perder una gran oportunidad, porque este tren ya arrancó”. Ese es el mensaje de Milei. Ahí es donde se explica la burla contra los consultores económicos. Es obvio que es una actitud peyorativa, canchera y sobradora, que uno no espera de un presidente, pero dejando de lado el aspecto formal, les está diciendo a los empresarios que tengan cuidado si se informan con gente que cree que la recuperación va a tardar, porque “les van a hacer hacer un mal negocio”. “Miren bien qué tipo de consultoría económica consumen”. Ese fue el mensaje en el Llao Llao y en la Fundación Libertad. Así está razonando Milei. Con una especie de traición respecto de su propia doctrina, porque quiere decir que el mercado tan perfecto no es. Es decir, puede equivocarse. Se puede contratar una consultoría equivocada. Y necesita un Presidente que le diga “vamos, jugate e invertí”.
Por detrás de estos dilemas económicos hay una disputa política que tiene que ver con la misma materia de siempre: el tiempo. ¿Quién va armar la fórmula que dirige el juego? Milei dice que la está armando él ahora. Y se demostraría porque va a salir la ley en el Congreso. Inversores y sobre todo el FMI le dicen que tiene que hacer una demostración de que maneja el juego político sin importar tanto cuál es la materia o el contenido. Lo que importa es la sanción de la ley, la aprobación por sí misma.
El debate en la Cámara de Diputados cansa a todos y facilita que se la saquen de encima y voten. Con un solo tema de discusión que lo planteó un diputado muy ascendente, que está convirtiéndose en una figura en la Cámara baja: Juan Manuel López, de la Coalición Cívica. Él planteó el problema de los impuestos internos al tabaco. Lo mismo que el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz. Hay una guerra de lobbies, con una influencia extraordinaria de Pablo Otero, el dueño de Tabacalera Sarandí, sobre un grupo de diputados. En cada bloque hay un sector que parece responder a Otero, que pretende mantener condiciones especiales para su empresa a través de medidas cautelares en la Justicia, algunas planteadas en el juzgado del juez Ariel Lijo. Como diría Cristina: “Todo tiene que ver con todo”. Son los grupos que simpáticamente se llaman “Pucho”, por Cristian “Pucho” Ritondo, que trabajan a favor de estas pretensiones de Otero. Dicho sea de paso, Otero es un importador de tabaco, lo que hace suponer en una gran influencia en la Aduana.
Los impuestos a los cigarrillos puede ser el único tema de discusión. La única novedad de la noche. Donde un grupo de diputados de la Coalición Cívica y el radicalismo, presidido por Rodrigo de Loredo, plantean reincorporar los artículos de impuestos internos, que perjudicarían a la empresa de Otero, con la abstención del kirchnerismo y de La Libertad Avanza que dicen que no quieren que los miren como si hubieran recibido una valija. Versión que está dando vueltas.
Más allá del problema del tabaco, la intención es que salga la ley y esperar a ver qué pasa en el Senado. Sin embargo se trata de una señal muy fuerte en favor de Milei y una derrota cifrada de Cristina Kirchner. Ella pensaba que vendría un deterioro en la imagen de Milei y sobre esa base conseguiría una alianza entre gobernadores peronistas y radicales afectados de la universidad para armar una mayoría parlamentaria y coparticipar todos los impuestos que no son coparticipables. Es decir, prácticamente un asalto fiscal sobre el gobierno de Milei que, muy probablemente, lo haría tambalear. Parecería que está más cerca de armar su fórmula política Milei, que la fórmula contra Milei que tenía pensada expresamente Cristina. Este juego de las piezas blancas y negras tiene que ver con el tiempo, que, a su vez, está relacionado con la velocidad de la recuperación. Esto es lo que se discute. Las dos verdades están sobre la mesa. Ninguna de las dos es del todo convincente. Aunado a una situación misteriosa: el nivel de adhesión que obtiene un presidente en medio de semejante ajuste. El cual tampoco es superior al que recibieron otros presidentes en el mismo momento del Gobierno.
Mientras tanto Milei, cuando ve estas formas de oposición como las de los universitarios y la de las prepagas -donde prácticamente admitió en la entrevista con Horacio Cabak por LN+, que cree que detrás del problema con las prepagas está Claudio Belocopitt siendo movido por Sergio Massa para producir inflación- ve fenómenos de desestabilización. Conspiraciones que liga a perversiones morales, a las “ratas” que roban, como se refirió al Congreso, o a periodistas “ensobrados”. Sobre esto reflexionó la periodista María O’Donnell, quien expresó en un tuit: “Milei encuentra ‘curros’ en todo aquel que lo critica pero, preguntado sobre Ariel Lijo (uno de sus candidatos a ocupar un lugar en la Corte Suprema) y su hermano el lobbista millonario, dice: ‘Cuando se entra en esos detalles puristas, le puede encontrara de todo a todo el mundo’”. Es decir, Milei plantea que todos los que se le oponen son inmorales perversos, pero cuando él propone a una persona, y sale un coro de gente a decir que es corrupta, es gente purista que le busca la quinta pata al gato.
Es importante el tema Lijo porque es estratégica la situación de la Justicia y Lijo significa la captura de la Corte por parte de Comodoro Py, que es lo más opaco de la Justicia argentina. Es importante también, porque por primera vez, este fin de semana, Milei salió a defender con muy malos argumentos la candidatura de Lijo. En una entrevista con el periodista Ignacio Ortelli, por Radio Rivadavia, se le preguntó por qué eligió a Lijo. Milei respondió: “¿Quién lo metió preso a [Amado] Boudou? Me parece que cuando se entra en detalles puristas, la realidad es que si uno se pone a hacer eso le puede encontrar de todo a todo el mundo”. Ortelli, le repreguntó: “¿Usted confía en la idoneidad y en la transparencia de Lijo?”. “Lo que creo es que hay que evaluarlo en el contexto en el cual uno está y tanto los nombramiento de García-Mansilla y de Lijo, van con una estrategia que va a llevar a una Corte con un formato más acorde a respetar la Constitución, porque es una Constitución liberal. Consecuentemente, lo que necesito es una Corte que sea acorde a los valores de la libertad, si fuera por eso”, respondió el Presidente.
Milei asegura que Lijo es valioso por el contenido de un fallo. “Porque metió preso a Boudou”, dijo. Hay fallos que a uno le pueden gustar y otros que no. Nunca se juzga a un juez por el contenido de sus fallos, sino por la pureza de sus procedimientos. Más allá de eso, cometió un error, porque como se le aclaró después, Lijo no metió preso a Boudou. Al exvicepresidente lo condenó un Tribunal Oral Federal gracias a la sistemática y perseverante tarea de la UIF de Mauricio Macri, encabezada por Mariano Federici y María Eugenia Talerico. No fue Lijo. Lijo solo lo detuvo y de muy mala manera. Violando todas sus garantías. Mandando a la televisión para hacer escarnio de una persona con pésima imagen, humillándolo en pijama. En esa causa Lijo detuvo a Boudou porque se lo pidió la Cámara Federal, y esta se lo ordenó porque era una causa por enriquecimiento ilícito –no Ciccone–, que Lijo, como de costumbre, tenía dormida. Esa es la historia que alguien le vendió tergiversada al Presidente.
Pero no es el único problema. El verdadero problema es que está defendiendo a un juez con infinidad de indicios de ser un juez corrupto. Con causas que no se le pudieron avanzar, porque fueron cerradas sin siquiera investigar las pruebas. Ejemplo de esto es la que llevó adelante el juez Julián Ercolini, donde a Lijo lo defendía el actual ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Sin embargo, hay un detalle aún más inquietante en esta declaración de Milei que es lo que dice al final: “Necesito una Corte liberal”. ¿Cómo es que “necesito”? ¿Cómo es que postula jueces porque necesita una Corte liberal? Ni a Menem se le ocurrió decir que necesitaba una Corte adicta. Se ve un panorama de extraordinaria incoherencia de alguien como Milei, que razona muy bien, desde sus premisas, en el terreno económico. Es como si dijera: “Necesito una Corte de tal tipo y por eso lo pongo a Lijo, y no me importa si es corrupto, porque son cuestiones de detalles que defienden los puristas”. Bueno, con ese razonamiento, la gente de la Universidad de Buenos Aires, cuando él dice que hay que auditarla, le puede contestar que son “cuestiones de puristas”.
Hay una cantidad de voces que se levantan alrededor de este tema. Hay 32 instituciones que le dijeron al Presidente, de un modo u otro, por razones morales o por la discriminación de género, que Lijo no. Federaciones de colegios de abogados, colegios de abogados en particular, instituciones académicas de aquí y del exterior. Daría la impresión de que Milei, cuando es una voz que no coincide con la que tiene él adentro suyo, como puede ser la de los jóvenes que marcharon el martes pasado, o las voces de estas instituciones, tiene una enorme dificultad para escuchar e insiste con muy malos argumentos como los que le dio a Ignacio Ortelli. Es evidente que no tiene bien pensado el tema porque sería más pícaro para contestar. No se haría tanto daño así mismo. Ya empieza a haber una análisis distinto de la imagen de Milei que el que prevalecía hace dos o tres meses.
El lunes apareció una nota muy importante del gurú del liberalismo Guy Sorman en el diario ABC de Madrid -que es el diario de la derecha española, el diario “monárquico”- diciendo “Hay que salvar a Milei para salvar al liberalismo”. La tesis de Sorman es que Milei no es un liberal. Milei no negocia. Milei es un fundamentalista. Ser un fundamentalista es no dudar. Y no dudar es lo contrario al liberalismo. El liberalismo supone que el otro puede tener parte de razón y que hay que ir a un encuentro, que la verdad es una construcción que está en el medio. Esta visión que formula por primera vez Sorman en la prensa internacional es interesante porque se da en el contexto de esta postulación de Lijo, donde empieza a haber una división en todas las fuerzas políticas. Parecería que Lijo es una especie de tornasol que puso Milei para demostrar lo que él sostiene: la existencia de una casta transversal, con intereses muy oscuros y estructurados alrededor de una Justicia que defiende la corrupción y la protege.
Hay un gran debate dentro del radicalismo. A Martín Lousteau le está pidiendo muchísima dirigencia que como presidente del partido se pronuncie en relación al caso Lijo. Sigue callado, aparentemente pensando que el negocio es la ambigüedad. Es rarísimo porque Lousteau es alguien que se está planteando como lo contrario a Milei. ¿Y deja pasar semejante oportunidad? ¿Qué lo mueve? ¿O qué no lo mueve? Casi se lo pregunta Carolina Losada en Tucumán, el viernes, en el marco de un gran foro de la Fundación Federalismo y Libertad. Delante de 700 personas, Losada dijo que era un escándalo la postulación de Lijo y aseguró que sería también un escándalo que el radicalismo la vote a favor.
Hay también un gran debate en el Pro. Mauricio Macri dijo públicamente en Punta del Este, en principio, no creer en los cupos femeninos pero que tiene que haber mujeres en la Corte. Afirmó también que un juez de la Corte no puede estar sometido a la controversia moral e insistió en que la confianza, que es el motor de cualquier proceso de progreso económico, no la dan los gobiernos, la dan los jueces. Si no hay una Corte que inspire confianza, no hay recuperación económica. Le estaba hablando obviamente a Milei. Acá también hay una división.
María Eugenia Vidal se ufanó este lunes de que cuando era gobernadora hablaba del tema narcotráfico tanto con Lijo como con los demás jueces federales. ¿Hablaría de este tópico con Sandra Arroyo Salgado, que terminó denunciando que el ministro de Seguridad de Vidal, Cristian Ritondo, tenía dos asesores que, cuando salió del Ministerio, defendieron como abogados a una banda de policías narcotraficantes en la provincia de Buenos Aires? Hoy mucha gente se preguntaba “¿por qué Vidal que es diputada se compra este problema de salir públicamente a defender a Lijo?”. Hay gente en la Corte que razonaba que se debía a que su ministro de Justicia, Gustavo Ferrari, está muy ligado a Ricardo Lorenzetti.
Después apareció otro dato. El expediente 3582/22, una causa por enriquecimiento ilícito contra Vidal por la compra de su departamento en Barrio Norte. ¿En qué juzgado? Juzgado N°12. ¿Subrogante? Ariel Lijo. Entonces, ¿alguien presionó a Vidal? Hay muchísimas sospechas de que Lijo, cuyo hermano es un gestor judicial más que próspero, tendría ingresos que sólo podrían explicarse como resultados de irregularidades. ¿Esta declaración de Vidal es una forma de pago?
No es el único caso de alguien investigado que sale a respaldar al juez que lo investiga. Para el 9 de mayo, el día del paro de la CGT, en el Concejo Deliberante de Avellaneda, a instancias de un hiperkirchnerista como el intendente, Jorge Ferraresi, se pidió declarar a Ariel Lijo ciudadano ilustre de Avellaneda, donde nació. Una curiosidad porque hace 15 días Ferraresi llevó a Boudou a Avellaneda. Reboza de singularidad porque Lijo investiga los fondos derivados por Ferraresi como ministro de Desarrollo Social y Hábitat de Alberto Fernández a la Municipalidad de Quilmes, fondos que después Mayra Mendoza, que está investigada en la misma causa, derivó a cooperativas que estarían aparentemente ligadas a ellas. Es decir, Ferraresi, el que promueve a Lijo, también está encausado en su juzgado. Como Vidal la flamante promotora.
Lo condenan las instituciones ligadas al derecho, lo defienden los encartados. Un panorama de la Argentina sometida al papel de tornasol del juez Lijo.