Lionel Messi llevaba tan sólo 12 minutos en la cancha. Había ingresado en el entretiempo del partido en el que su equipo, Inter Miami, caía por 1-0 como local contra Colorado Rapids en la fecha 8 de la MLS, por un gol de penal. El rosarino apareció por el borde del área y acarició la pelota con la zurda, su pierna distintiva. El balón dio en un defensor, modificó apenas su trayectoria -que pedía arco-, pegó en un palo y se transformó en el gol del empate. Festejo alocado. El hincha de Inter Miami; el hincha del fútbol, tenía lo que había ido a buscar: un gol de Messi tras seis partidos (dos con la selección, cuatro con su equipo) ausente. Estaba de vuelta. Y esa buena noticia era más importante que el resultado del partido: no jugaba desde el 14 de marzo.
Como tantas otras veces, la Pulga se transformó en el revulsivo de su equipo. Porque dos minutos más tarde, el rosarino comandó el ataque de Inter Miami. Gestionó la jugada, divisó a David Ruiz por la banda derecha, como extremo, y le dio la pelota en ventaja. Su compañero decidió bien: centro para que un compañero completara la maniobra. Allí apareció Leonardo Afonso para anotar. En apenas 120 segundos, y con Messi en la cancha, Inter Miami dio vuelta el marcador.
A 13 minutos del final, la Pulga tuvo la chance de poner a su equipo aún más arriba en el marcador. Amagó para un lado, fue para el otro y, sin más pensamientos, remató al arco. Bien dirigida -como casi siempre-, la pelota se encaminaba hacia el 3-1 para el equipo local. Sin embargo, un manotazo salvador del arquero Zack Steffen (ex Manchester City) evitó el gol. Messi lucía al 100% desde lo físico, una gran noticia para su equipo y, sobre todo, para la selección argentina en año de Copa America.
La entrada de Messi en el entretiempo cambió la dinámica del partido. Inter Miami, que había sido protagonista secundario del encuentro, comenzó a encontrar la pelota y a tener la voluntad de ganarlo. Sin embargo, la avidez por el gol hizo que, una vez conseguido el 2-1, los locales se regalaran en defensa. A tres minutos del final, Colorado encontró el empate en una gran jugada colectiva, que terminó con Sergio Busquets perdiendo la marca de Cole Bassett. Y todavía quedaba tiempo para más.
Porque en el primer minuto de los seis adicionados al reglamentario, un joven hincha de Inter se metió a la cancha. ¿Su objetivo? Sacarse una selfie con su ídolo: Lionel Andrés Messi. Lo consiguió y fue rápidamente tomado por los efectivos de seguridad. La hinchada festejó con aplausos que el simpatizante hubiese conseguido lo que quería.
Messi jugó 45 minutos vivaces. Se lo vio rápido con la pelota, participativo, sobre todo reeditando aquella vieja combinación con Jordi Alba. Antes en Barcelona, ahora en Inter Miami. Ni rastros de la dolencia muscular que lo marginó de los encuentros con la selección y con su equipo, que lo necesita como el agua. Cuando terminó el encuentro, el capitán fue uno de los primeros en irse al vestuario. Le sobraba energía, pero ya había dejado su marca en el encuentro. Anotó uno, comandó el ataque del otro gol y a punto estuvo de convertir el tercero. Todo, en apenas 45 minutos.
Era un partido para calentar motores. Si bien Inter Miami podrá decir que perdió dos puntos ante Colorado, porque manejaba el trámite y su rival no le generaba peligro, el 2-2 final está de acuerdo con el trámite del encuentro. Hubo un tiempo para cada uno: el primero para los visitantes y el segundo para los locales, que ya tenían a su as de espadas en la cancha. Puede que Gerardo “Tata” Martino y sus futbolistas sientan, de todas maneras, que se dejaron dos puntos en su casa. La buena noticia es el regreso del talismán, sobre todo cuando el próximo miércoles jugarán a todo o nada contra Monterrey, en México, por los cuartos de final de la Concachampions (los mexicanos ganaron por 2-1 el primer partido). No habrá margen de error en el partido que marcará a fuego un torneo vital para la franquicia de la Florida: otorga un pasaje al próximo Mundial de Clubes XL, que se disputará en 2025 en Arabia Saudita.
Los hinchas de Miami y su entrenador, Martino, sacarán conclusiones después del encuentro de este sábado. La principal es que Messi está intacto. El capitán no tuvo ni un gesto de dolor y, por momentos, se vio esa versión eléctrica que supo mostrar en sus mejores días en Barcelona. No fue ni 9 ni 10 ni interior, sino que flotó entre el mediocampo y el borde del área. A veces más tirado hacia la derecha, otras veces hacia el medio. No renegó despliegue mientras estuvo en la cancha y arengó a sus compañeros para que dieran su mejor versión. Uno de ellos fue Marcelo Weigandt. El ex Boca podrá decirles a sus nietos que el 6 de abril de 2024 compartió equipo con Messi por primera vez. Después de todo, ése era uno de los objetivos de su llegada a Miami. Además de sumar los minutos que no le garantizaban en la Bombonera.
Más que ayudarlo en la MLS, el 2-2 final le sirve a Inter Miami para templar el ánimo de cara a la eliminatoria de Concachampions. Está claro que Martino tiene que dosificar las energías de sus estrellas, en su mayoría por encima de los 30 años, Messi incluido. Y evitar a toda costa las lesiones. En esa montaña rusa que es la temporada, los de la Florida pueden quedarse tranquilos: el equipo funciona cuando Messi está en la cancha. A pesar del empate final de este sábado contra Colorado.
Lo mejor del partido (y de Messi)
LA NACION