Mientras se encontraban cumpliendo con sus habituales tareas de rutina en la cantera Taquaras, ubicada en la ciudad de Porto Belho, Brasil, un grupo de mineros de oro se llevó la gran sorpresa de sus vidas al encontrar los restos fósiles de una tortuga gigante que, según afirmaron los especialistas, habitó en la región Amazónica hace, aproximadamente, unos 40.000 años.
Según explicaron los autores de este sorprendente hallazgo, entre los huesos fosilizados de la tortuga a la que bautizaron con el nombre de Peltocephalus Maturin –en homenaje al personaje ficticio creado por el mundialmente famoso autor norteamericano Stephen King- se encontraba, la parte inferior de la mandíbula del animal que, gracias a los 180 centímetros que mide su caparazón, se trata de una de las tortugas de agua dulce más grandes del mundo.
“En el pasado, solo conocemos unas pocas tortugas que vivían en aguas dulces y tenían un caparazón de más de 150 centímetros de largo”, afirmó Gabriel Ferreira, investigador del Centro del Senckenberg para la Evolución Humana y Paleoambiente de la Universidad de Tubingen, Alemania.
“Esto es muy sorprendente, porque las tortugas de agua dulce, a diferencia de sus parientes terrestres y marinos, rara vez presentan formas tan gigantescas y los fósiles gigantes más jóvenes conocidos hasta la fecha provienen de depósitos del Mioceno”, agregó el especialista que estuvo a cargo de la presentación del hallazgo.
Los científicos creen que la Peltocephalus maturin habitó junto con los primeros habitantes humanos de la región amazónica. “Las personas se asentaron en la región del Amazonas hace unos 12.600 años. También sabemos que las tortugas grandes han estado en la dieta de los homínidos desde el Paleolítico«, señaló Ferreira.
«Aún no está claro si las tortugas de agua dulce, mucho más difíciles de capturar debido a su agilidad, también fueron devoradas por los primeros humanos, y si Peltocephalus maturin, junto con la megafauna sudamericana, fue víctima de la expansión humana. Aquí necesitamos más datos de los depósitos del Pleistoceno tardío y del Holoceno temprano de la cuenca del Amazonas”, concluyó el investigador alemán,