El 10 debió aguardar dos semanas hasta que el coordinador del fútbol juvenil diera el aval para su arribo al Barcelona: solo le bastó un rato para contratarlo.
02 de octubre 2023, 05:54hs
El crack que brilla semana a semana con la camiseta del Inter Miami empezó a escribir su historia como futbolista en las inferiores de Newell’s Old Boys. Sin embargo, aquel niño prodigio, de nombre Lionel Messi, viajó a Barcelona con la esperanza de un futuro mejor, sin saber que la ciudad catalana se transformaría en su casa. Un día como hoy, pero hace 22 años, maravilló a todos de la mano de una actuación estratosférica en un partido juvenil en tierras españolas.
El futuro 10 tenía un porvenir más que prometedor, pero la Lepra no podía costearle el tratamiento con hormonas del crecimiento que necesitaba para poder desarrollarse. Por ello, y después de que River también desistiera de afrontar dicho costo, apareció la propuesta del club culé: también le prometía un trabajo para Jorge, el papá de Leo, por lo que asomó como la más atractiva a pesar de la distancia que separa Cataluña de Rosario.
El 17 de septiembre del 2000, el pichón de crack llegó a la capital cosmopolita y Horacio Gaggioli, que se desempeñaba como enviado de Josep María Minguella -quien hizo de nexo entre la familia del astro y el club- aguardó a los Messi en el aeropuerto. Todos ellos se hospedaron en el icónico Hotel Plaza y aguardaron por la primera presentación de la pequeña joya.
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El técnico Joaquim Rifé recibió todo al clan y les indicó que Carles Rexach iba a ser el encargado de definir si la promesa se quedaba en La Masía. Un día después de su arribo, el joven de 13 años había sido citado para participar de un entrenamiento, pero la espera se hizo eterna: el ojeador había asistido a los Juegos Olímpicos de Sydney y recién retornaría dos semanas después.
El día que Lionel Messi maravilló a todos: la espera que se volvió eterna
Mientras tanto, Leo realizó varias prácticas con el Infantil B y dejó varios destellos de calidad: los formadores quedaron absortos ante la capacidad de dribbling del rosarino, que se cansaba de dejar rivales en el camino. El aval del alto mando culé, a esas alturas, surgía como un trámite. Nadie dudaba de las cualidades de Messi.
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Finalmente, acabó programándose un partido en el que estuvieron presentes jugadores cadetes y juveniles, incluso dos o tres años más grandes que el propio futuro campeón del mundo. Rexach vio las acciones desde un costado y solo le bastaron un par de jugadas para tomar la determinación, que estaba clara.
“Anotó seis veces, disparó dos más al poste y a la media parte tuvieron que cambiarle de equipo para equilibrar el amistoso”, explicaría años después Joan Lacueva, que ofició como ejecutivo responsable de las categorías menores. El detector del diamante en bruto, lógicamente, pidió blindarlo rápidamente para evitar que otro elenco se lo llevara gratis.
El día que Lionel Messi maravilló a todos: la firma del contrato en una servilleta que pasó a la historia
“Hay que ficharlo ya. Nos arrepentiremos toda la vida si no lo hacemos”, sentenció el exentrenador del Barcelona. Curiosamente, y para evitar las vicisitudes vinculadas a la burocracia -se trataba de un chico menor de edad con un contrato que implicaba dinero de por medio-, el 14 de diciembre selló su compromiso con la institución en una famosa servilleta.
Por supuesto, la rúbrica dependió del visto bueno del presidente Joan Gaspart, que tenía dudas en apostar por un pequeño que tenía problemas para ganar altura. En ese interregno, equipos de la talla del Real Madrid y el Milan preguntaron por los servicios del adolescente, que ya tenía claro dónde quería despuntar el vicio con la pelota. El resto, por supuesto, es historia conocida.