martes, 15 octubre, 2024
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Milei contra todos: días de furia y una charla secreta con Macri

Javier Milei frena para no parar. Su nuevo método de campaña es hacer proselitismo en largas caminatas por el conurbano bonaerense. El auto y el colectivo que lo llevan hacia los suburbios que rodean a la Capital Federal, y más allá, tiene un distrito determinado como objetivo final, pero no un destino fijo.

El precandidato a presidente de La Libertad Avanza (LLA) se deja llevar pero en un momento indeterminado intuye que debe detenerse. Entonces exige frenar. Baja. Y no para. Camina. A veces encuentra rápido a las muchedumbres que se arremolinan alrededor. Y termina como zambullido en un pogo en movimiento. Otras veces empieza la caminata solo. Le pasó hace pocos días en Los Polvorines, Malvinas Argentinas. Hizo parar el auto que lo llevaba por el laberinto de esas calles del conurbano norte, segundo cordón. Y bajó, frenó, paró pero para seguir. Y no había nadie. Eran las dos de la tarde. Y vio, Milei, una hamburguesería. Y entró. Y los jóvenes que atendían el negocio le pidieron sacarse selfies. Y se sacó selfies. Y cuando se dio vuelta para salir a las calles de nuevo había más de cincuenta personas que lo descubrieron y fueron. Y no paró Milei. Y caminó. Y terminó, como casi todas sus noches, acostado en la cama, las piernas doloridas, lleno de moretones porque dice que lo tocan y lo apretan en esas caravanas. Y así seguirá durante estas tres últimas semanas de campaña antes del domingo 12 de agosto.

Ese día se sabrá cuántos votos obtendrá en la elección de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), el precandidato que volvió a sus días de furia, El León, se hace llamar.

Como en sus mejores tiempos, una vez más embiste contra todos. La última semana criticó de modo brutal, y jura que final, a quien era la dirigente de Juntos por el Cambio con quien mejor afinidad tenía, Patricia Bullrich, a quien acusó de haberle montado “operaciones” en su contra. Incluido el avance de desconocidos que lo increparon cuando terminó el acto por el aniversario del atentado a la AMIA, una trama en la que vinculó a una periodista de Clarín. Este diario ratifica que no fue parte de un hecho que sí pasó: esos anónimos en la calle. Más allá de eso, Milei jura que otros insultos que recibió en otras recorridas fueron impulsados por precandidatos a concejales en listas de Bullrich. También identificó a su antes aliada como promotora de versiones falsas sobre escraches que no sufrió. Además, afirmó que fue por ella que se motorizaron algunas de las denuncias en los tribunales en una causa en las que se investiga su su espacio político vendió cargos en las listas de precandidatos en las boletas de LLA.

Hasta esta semana, Milei defendía a Bullrich por sobre el resto de los precandidatos de la oposición. Ya no. “Su ambición de poder le ha hecho cruzar líneas que nunca pensé que pasaría”, se enojó en una entrevista con A24.

Para Milei, Bullrich pasó a formar parte de “la casta”. Su rabia verbal contra el otro precandidato presidencial de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, continúa.

Milei va contra todos. Bullrich, Rodríguez Larreta. Y también contra el ministro de Economía, Sergio Massa, a quien desafió a debatir sobre economía en el Luna Park, ese templo del box. Y no para ahi, Milei. Declara que uno de sus ex consejeros más relevantes, hoy su detractor, Carlos Maslatón, lo denuncia por motivaciones políticas.

Milei, con todo, no rompió lazos con Juntos por el Cambio. En secreto, mantiene diálogos con Mauricio Macri.

De acuerdo a fuentes calificadas que trabajan con el libertario, antes de que Milei criticara a Bullrich ante la opinión pública, se comunicó con el ex presidente para advertirle lo que le había pasado, le habría enumerado supuestas pruebas que avalarían su a ccionar, y le avisó cómo reaccionaría.

Macri lo escuchó, preocupado. Supo que su coalición sufriría en el lugar no esperado el embate sorpresivo de Milei. Pero tenía la garantía de que él no sería objetivo de la lengua lacerante del opositor que desconcierta a todos y provoca reacciones negativas en diferentes actores sociales de la vida pública nacional.

La relación de cordialidad con Macri es un activo para ambos. En caso de que Milei, o de que Juntos por el Cambio, necesitaran aliarse de modo subterráneo o público para unir fuerzas contra el precandidato del PJ y de los Kirchner, Sergio Massa, solo ellos dos podrían sellar ese potencial acuerdo. Ese escenario es una ucronía. Algo que no pasó. Pero que podría ocurrir. Milei nunca aceptaría unir fuerzas con “la casta”, pero la dinámica de la política podría provocar ese desenlace sin daños colaterales para ambos.

Milei adelgazó quince kilos. Además de caminar y caminar en campaña, se ve impedido de comer al paso lo que sea, aunque se trate de típicas invitaciones al paso de sus seguidores. Es alérgico a varios alimentos.

Y además, y sobre todo, abandonó obligado un hábito de consumo de altas calorías. Ya no bebe tanto “Mango Loco”. Así se llama el sabor que más le gusta de una bebida energizante muy conocida. Tomaba varias latas por día. Tienen alto contenido de azúcar. Dejó el “Mango Loco”, Milei. Aunque aun está stockeado con varios packs de esa bebida.

Los lleva en la motorhome en la que viaja por el interior de Buenos Aires.

Ahora sumó un micro ploteado con su cara.

Es el “Mileimóvil”.

El último mes, Milei parece haber sufrido como nunca antes en política. Se presentaron denuncias en la Justicia por la supuesta venta de cargos en sus listas. Se sumó la salida a las librerías de su biografía no autorizada, “El Loco”, de Juan González, que describe acontecimientos desconocidas de su vida, y hábitos extraños, como la adoración que dice tener con sus perros, y también vivencias místicas que comparte con ellos y con su hermana Karina.

Todo sumado a los insultos callejeros que él afirma fueron “armados”, como se contó. Y a las críticas que sigue recibiendo de parte del propio presidente Alberto Fernández, que lo describe como la peor “derecha”. El mandatario descartó un triunfo electoral del libertario describiendo ese posible resultado electoral como imposible debido a que, según dijo, no cree “que la Argentina enloquezca”.

Massa lo desacreditó describiéndolo en una entrevista con C5N como “un personaje” que genera “atractivo” porque se presenta “despeinado y gritando”. Para después afinar argumentando que lo que la plataforma electoral de Milei sumiría al país en una catástrofe: “Nos falta docencia para decirle a los jóvenes que hay quienes quieren volver hacia atrás, a una etapa en la cual la Universidad es paga, el hospital es con un bono o cheque, o creen que la jubilación es un gasto”.

Milei respondió, con su habitual “rabia” en las redes, el ecosistema en el que mejor se siente más cómodo, igual que en los medios, salvo excepciones: “Elija la hora, el lugar, el moderador, y llénelo de militantes. Yo voy a explicarle por qué su modelo viene destruyendo al país hace cien años mientras ustedes los políticos se benefician”.

Milei está convencido que todo lo que sucedió en el último tiempo, lo negativo, no lo perjudicó con sus votantes. Repiten, quienes lo asesoran, que son miles de personas que suelen seguirlo por día en sus diferentes caminatas.

“Son votos”, repite Milei. Que da un ejemplo, según supo este diario: cada vez que llega a aeroparque a tomar un vuelo, tarda, en promedio, tres horas en alcanzar la puerta de embarque debido a la cantidad enorme de seguidores que le hablan, le piden fotos, lo elogian.

Milei cree que él funcionará en las elecciones como un catalizador del enojo de una parte de la sociedad con la política, un fenómeno que no ocurrió con el “que se vayan todos del crack del 2001”.

Los equipos de Milei dicen tener medido que, sumando todas las replicas, reproducciones y vistas de lo que sube a sus redes suman, en audiencia comparada con la televisión, 580 puntos de rating. El cálculo es de díficil confirmación.

Sobre la situación económica, el precandidato afirma que el desequilibrio fiscal, monetario y la falta de reservas del BCRA conjugan el escenario político y macroeconómico más negativo de las últimas décadas y que pronto se sufrirán sus consecuencias.

Aun así, está convencido que el oficialismo logrará acordar con el FMI.

A Massa lo describe con una frase conceptual: “Es el candidato del momento crítico de dominio estocástico que sufre el oficialismo”. Eso significa que cree que el ministro y candidato gestiona con objetivos concretos pero impredecibles y motivados por el azar.

Clarín pudo saber que Milei minimiza el efecto de sucesivas derrotas de sus precandidatos, si es que los tenía, en las provincias que ya fueron a elecciones y en las que LLA fracasó.

“Son comicios desdoblados de las elecciones generales, en las PASO y en octubre voy a sorprender”, se entusiasma en la intimidad, y suele hacer una pregunta retórico y muy sintomática de a quien escucha en política: “¿Saben quién perdió once elecciones desdobladas antes de ganar la presidencial?”. Y responde: “Mauricio Macri”. ¿Cómo lo sabe? Se lo contó él.

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